El pasado 22 de febrero hizo 75 años que Antonio Machado, el gran poeta español muriera en su exilio de Collioure, Francia.
Se han escrito regueros de tinta para conmemorar la ocasión.
Nos han hablado de aquel terrible peregrinar hacia la frontera, enfermo, desolado acompañado de una madre agonizante que solo le sobreviviría unos pocos días.
También he leído un buen artículo de Ignacio García De Leániz Caprile en el Mundo.Aquí habla de "las dos muertes de Machado". La real , aquel 22 de febrero y la actual , por el olvido literario de su obra.
Me ha invadido una enorme pena por un ser tan especial y tan intelectual que marchó "ligero de equipaje".Que llevó a España en el corazón y en una pequeña cajita donde conservaba un escaso puñado de tierra española.
Todo muy triste, muy verdad, muy injusto.......pero me he puesto a pensar en el otro Antonio Machado.
Aquel hombretón profundo, capaz de sentir y de amar . Aquel ser que arranca su obra en el Modernismo para continuar hacia la Generación del 98 , tan comprometida con su país y su momento.
Aquel hombre que escribió Soledades :
ENSUEÑOS
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
«En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón.»
Aquel hombre que amó a una chiquilla de 15 años, le hizo su mujer , a pesar de la diferencia de edad y de clase. Que le lloró como solo lo hace un alma grande.
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Antonio Machado y Leonor |
Aquel hombre que escribió Campos de Castilla :
!:: A un olmo seco ::
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
la mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Aquel hombre que fué capaz de amar de nuevo.Un amor platónico como el de Guiomar.
Hoy te escribo en mi celda de viajero,
a la hora de una cita imaginaria.
Rompe el iris al aire el aguacero,
y al monte
su tristeza planetaria.
Sol y campanas en la vieja torre.
¡Oh tarde viva y quieta
tarde niña que amaba a su poeta!
¡Y día adolescente
-ojos claros y músculos morenos-,
cuando pensaste a amor, junto a la fuente,
besar tus labios y apresar tus senos!
Todo a esta luz de abril se transparenta;
todo en el hoy de ayer, el Todavía
que en sus maduras horas
el tiempo canta y cuenta,
se funde en una sola melodía,
que es un coro de tardes y de auroras.
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.
A aquel hombre quiero recordar.
A aquel hombre quiero leer para que no caiga en el olvido su obra.
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