La Asociación de Mujeres
Universitarias de Marbella ha escogido este mes “La Mujer Rota” de Simone De
Beauvoir, una de los adalides del feminismo de todos los tiempos. La elección
no ha podido resultar más acertada, ha sido una lectura apreciada por su
contenido, por el ingenio de su estructura y por el oficio mostrado en las técnicas
de escritura.
Simone
de Beauvoir nació en París en 1908 en una familia burguesa, gracias a la que
tuvo posibilidades de formación y empoderamiento, y murió 1986. Vivió los
movimientos bélicos, culturales y revolucionarios más significativos del siglo
XX e interactuó con ellos como pensadora, novelista y activista. Junto a su
pareja perpetua, Jean Paul Sartre, militó el movimiento existencialista ateo,
el marxismo y la reivindicación de los derechos de la mujer.
Con
este presupuesto llegamos a la lectura y análisis de esta obra de la que en
principio nos extrañó el estereotipo de mujeres que narra. Esposas, dedicadas a
sus hijos y maridos que pasados los cuarenta se sienten perdidas, desgraciadas,
desubicadas, sin objetivo en la vida y muy infelices. En realidad, lo que hace
la escritora es situarnos ante un espejo, grabar nuestro comportamiento en vídeo
para mostrarlo de manera didáctica.
El
libro consta de tres relatos en los que la Beauvoir demuestra su oficio de
escritora tratando sus historias desde tres técnicas:
La primera “La Edad de la Discrección” es un
relato novelado que no ocasionó ningún problema a las contertulias, el estilo
es impecable por más que la temática es enrevesada y tortuosa. La escritora
aprovecha su literatura para ponernos frente algunas actitudes femeninas que
nos hacen muy desgraciadas. En esta ocasión, tiene la valentía de mirar su
propia ideología para dar a entender que estos defectos de la mujer y contra la
mujer ocurren en todos los sectores sociales. Como apuntó una socia, el rol
aprendido de mujer socializadora de la plebe llega de manera pervertida a las
activistas de izquierdas, no están libres de depositar toda su energía en la
vida y educación de los hijos y cuando estos abren sus alas y cogen su camino
se sienten totalmente fracasadas. Este relato habla del fracaso, del fracaso de
la mujer que en realidad no ha comprendido el significado real del respeto al
otro y de la libertad de los hijos porque siguen pensando que los une el cordón
umbilical, que sin él la vida no tiene sentido. Beauvoir desmostró con su biografía
que tiene mucho sentido, el que la MUJER le quiera dar. Pero en esta historia,
dijo una asistente, la mujer es agresiva, falta el respeto, incluso maltrata
psicológicamente al hijo para que se sienta culpable, se convierte en una mujer
manipuladora, un ser hasta cierto punto despreciable; tiene una reacción al
miedo que le produce el fracaso, porque la agresividad siempre es una reacción
al miedo.
El
segundo relato, Monólogo, gustó sobremanera a algunas socias, pero otras se
sintieron confundidas con el diálogo interior que recordaba la obra de Proust o
de Joyce. Alguna tertuliana comentó el acierto de la técnica con la que se
consigue trasmitir la locura de un alma torturada por la culpa. La CULPA, otra
trampa que sufre la mujer que se siente responsable de los hechos de los hijos,
una especia de juicio a terceros cuya pena recae sobre la MUJER-MADRE. La
verdad es que cuando un hijo se suicida, por ejemplo, la sociedad mira a la
familia, para buscar culpables, la MADRE se mira a sí misma, se busca, se
defiende de ella y de otros, y este relato nos muestra esa lucha interior, esa
locura, un flujo de conciencia realmente aterrador. ¿Quién tiene la culpa de
que un hijo muera de sobredosis?... Esta mujer, en su dolor clama para que haya
una trascendencia post mortem para reencontrarse con su hija, que es el recurso
más desesperado al que se pueda llegar según la ideología Existencialista Atea.
Una socia comentó que este relato no le había gustado por el sentimiento
obsesivo que trasmite, que le había perturbado y le había dejado mal sabor de
boca, la verdad es que el objetivo de este libro, o eso creo, es que “las tres mujeres
rotas” te dejen un sentimiento de incomodidad y te saquen de tu zona de
confort.
“La
Mujer Rota” es el tercer relato, el que da nombre a la colección y que como
muchas compañeras contaron, presenta a una mujer en la que nos podemos sentir identificadas,
aunque sea a ratos y que llega a un extremo en la que todas reconocemos a
alguna amiga o familiar cercana. La pérdida de la dignidad, de sentirse un ser
entero surca las ideas de este relato que está contado en forma de diario. Una
mujer cuyas hijas son mayores ve cómo su matrimonio hace aguas porque el marido
se ve con otra mujer. Una socia comentó que su desgracia revertía del hecho de
que esta señora no había tenido vida propia, ni ambición, había sido en función
de su condición de madre y su condición de esposa, no sabía vivir, estaba
aterrada por tener que hacerlo sola y se aferraba a una relación con el esposo
en la que estaba dispuesta a compartirlo, asiéndose a su condición de víctima
que evita el abandono total y la hunde en el desprecio del lector. Una
asistente comentó que ya había leído la obra cuando era más joven y había
sentido mucha empatía por esta mujer, sin embargo, ahora, tras una lectura de
madurez, esta señora le había enfadado hasta pensar de ella que se comporta
como una “idiota” y que si se hubiera puesto a trabajar, no hubiera tenido una
actitud tan deplorable. Este aspecto es discutible porque esta mujer no está
educada y no le han dado ni se ha dado permiso para vivir para sí.
El
estilo de Simone es brillante, sorprende lo buena literata que es, lo sencillo
que escribe y lo profundo que llega, no sólo tiene un pensamiento original y elaborado,
sino que busca las formas de colocarlos ante el lector como en una técnica didáctica
que tiene que ver más con el “learning by doing” que con la memorización. Una
asistente alabó los registros que la escritora domina para zarandearnos y que
acabemos con el rol de esposa y mujer que se proyecta en los demás sin atender
a nuestra individualidad como persona. Hubo una diversidad de opiniones en
cuanto al empleo del pretérito perfecto que alguna lo sintió complejo y otras
como un exponente más de la capacidad literaria de la Beauvoir, que es capaz de
distinguir y trasmitir matices verbales de precisión y consigue traer el pasado
al presente con gran virtuosismo. De igual forma se alabó la construcción de
personajes llenos de matices, personas con las que nos podemos identificar.
Otro tema que se contempló como importante en la obra es el deterioro
ocasionado por la edad, las pérdidas. Cómo se pierden las ilusiones, las fuerzas,
las pulsiones, seres queridos… Si no tenemos vida propia llega la vejez, el
agotamiento.
También fue relevante la mención que se hizo a la mujer que no quiere sufrir
y desdeña las relaciones de pareja, evita tener hijos, no experimenta para no quedar
deshecha cuando se llega a la madurez y el nido se queda vacío. Es una opción,
otra es vivir con intensidad, aceptar los avatares y tras un proceso de duelo
continuar viviendo, viviendo como sea, con lo que haya quedado después de la
batalla, para eso hay que querer y saber. No nos podemos quedar, como dijo una
socia, magnificando el dolor o la soledad, ahí sí hay destrucción.
Y
finalmente, comprendimos que hay muchos pensamientos que a fuerza de repetírnoslos
creemos que son verdad, pero por mucho que nuestra educación y la sociedad nos
diga que mi marido es mío, que mi hijo es mío, que mi vida es controlable, la
verdad es que no es así y no es de inteligentes ni nos hace más resolutivos
agarrarnos a conceptos erróneos. Esta forma de pensar no es la natural, lo
hemos aprendido, porque “La Mujer no Nace, Se Hace”, también el hombre.