jueves, 6 de septiembre de 2018

PERFORMANCE, ¿UN ESPERPENTO O ARTE? De ANA E. VENEGAS para la Revista la GARBÍA nº6. Pag. 68



     Málaga y su provincia se están convirtiendo de un tiempo a esta parte en un referente del Arte contemporáneo. Al germen del CAC se sumó el Museo Pompidou, el MAD de Antequera, el de Vélez Málaga, el de Estepona, La Térmica y numerosas galerías y centros que acogen actividades relacionadas con el Arte de nuestro tiempo, el que dialoga con la sociedad que tenemos ahora. Muchas son las personas que se preguntan qué son o qué significan muchas de las expresiones del Arte de nuestros días. Por la parte que me toca, os he escrito este artículo que se adentra en una de las disciplinas artísticas con las que me expreso, «La Performance», las que realizo y sobre las que escribo.

    Lo primero que hay que tener en cuenta es que el Arte, como se concibe en la contemporaneidad, no es solo la exaltación de la belleza, sino que mucho más a menudo busca impactarnos, cuestionar nuestros conceptos acerca de lo que es agradable y movilizarnos hacia la crítica y la reflexión. Este arte que incomoda también pone a prueba los límites del público y del artista. La PERFORMANCE, por lo tanto, es una manifestación artística, una muestra escénica con un factor importante de improvisación en la que la provocación y el asombro, así como cierto sentido de la estética, juegan un rol principal. Su creación es multidisciplinar, tiene mucho de diseño, de elaboración de un concepto, de búsqueda del medio de expresión, de escenografía, de interpretación, de happening del teatro, de improvisación y de participación si se involucra al público que, además, puede responder de las maneras más inusitadas.

EL ARTE, COMO SE CONCIBE EN LA CONTEMPORANEIDAD, NO ES SOLO LA EXALTACIÓN DE LA BELLEZA, SINO QUE MUCHO MÁS A MENUDO BUSCA IMPACTARNOS, CUESTIONAR NUESTROS CONCEPTOS ACERCA DE LO QUE ES AGRADABLE Y MOVILIZARNOS HACIA LA CRÍTICA Y LA REFLEXIÓN.

    Esta obra de arte no está focalizada en los objetos desarrollados, la performance no es una escultura ni una pintura, no es una pieza musical, el hecho artístico comprende su producción y puesta en escena, las situaciones que cree, la respuesta del público. Si hay un material común en ellas, es el propio artista, su cuerpo, su devenir. Esta expresión es arte en vivo, Performance Art en inglés. Muchos hablan de El Performance, y no es erróneo pues, aunque Performance es femenino, Performance Art es masculino en nuestro idioma porque se practica la elipsis de Art y se lexicaliza Performance convirtiéndolo en un nombre, cuestiones de la economía del lenguaje.
   
    ¿Son chaladuras?, ¿las Performances son chaladuras?, ¿un espantajo?, ¿una estupidez? Bueno, si yo pensara eso no realizaría ninguna y, verás, no lo creo porque, amén de algunas expresiones puntuales difíciles de entender, en líneas generales, la idea es dialogar, reaccionar ante un concepto.

    El Arte Conceptual obsesionó al movimiento Fluxus, punto álgido de este tipo de representaciones. Su creador, Joseph Beuys, viajó en 1974 a Estados Unidos para realizar la performance «Me gusta América y a América le gusto yo». Fue trasladado en ambulancia a una galería; sin contactar con nadie y ya envuelto en fieltro, se metió con un coyote en una habitación separado del público por una valla metálica, allí permaneció tres días ofreciéndole distintos objetos al animal, entre otros, números del Wall Street Journal que el coyote usaba para hacerse pis encima. Luego, montó de nuevo en la ambulancia y voló de regreso a Berlín, satisfecho por un ejercicio que él y muchos más consideramos artístico y que estaba relacionado con la reconciliación, con la unidad, según él mismo; pero que yo, además, al hacer mía la experiencia, conseguí entrever un diálogo sobre la incomunicación, la pérdida de la vida instintiva y salvaje, el valor que tiene para la naturaleza la maquinaria económica del hombre y la necesidad del retiro individual para acercarnos al ser humano. De lo que se deduce que o yo veo lo que no hay o que la obra está para que cada uno se bata en duelo a primera sangre con ella, teniendo en cuenta su «background», sus experiencias vitales, su historia individual y saque sus conclusiones personales. Pero todo empezó antes, a principios del siglo veinte, cuando los dadaístas y el óvulo fecundado de los surrealistas realizaban sus exhibiciones no convencionales en el Cabaret Voltaire de Zúrich. Estos poetas, ensayistas, pintores, artistas, exiliados por voluntad propia de la locura de la Gran Guerra realizaban actos estúpidos en apariencia, poemas colectivos, declamaciones poco ortodoxas, manifiestos, siempre comandados por Tristán Tzara, un teórico del individuo al margen de la cultura oficial y de la Historia que cuestionó todos los valores sociales con rebeldía y una aparente irreverencia.

   En este momento, alrededor del mundo, se están organizando o poniendo en pie multitud de Performances, cada una con la carga conceptual que el artista le quiera infligir y con el significado que cada espectador sea capaz de encontrar, a veces sólo emociones de rechazo, asco, desacuerdo, desprecio… Sin embargo, os voy a hablar de algunas que me han causado gran impresión. La primera, la ejecutó Marina Abramovic, conocida por acciones espectaculares como romper su relación de pareja en mitad de la Gran Muralla China, o por aguantar durante horas la mirada de cientos de visitantes al MOMA con un vestido rojo de cola. Pero la más impactante para mí fue «Balkan Barroque», en la que la artista, vestida con un camisón largo de hilo de algodón blanco, se sentaba sobre una montaña de huesos de vaca sanguinolentos y los lavaba durante seis horas; así estuvo cuatro días. Con este acto, Marina pretendía curar metafóricamente las heridas por los horrores de la Guerra de los Balcanes.

    Otra puesta en escena espectacular fue «Blancanieves» de Catherine Bay, en la que participé como masa social conmovida por llegar al Puerto de Málaga un barco con decenas de Blancanieves de ropajes plásticos, de estética efectista, como de Disney, pero cargadas con kalashnicovs y un sistema de comunicación que dejaba al margen al ciudadano medio, como un poder controlador disfrazado de juguetes de niños. Bajaron del barco e invadieron el Museo Pompidou; mientras se emitían órdenes desasosegantes por megafonía, los espectadores sentimos que un poder superior e invulnerable caminaba a nuestro lado sin ni siquiera mirarnos, como en otra dimensión o en otra división, si me permiten el símil futbolístico.

    Wafaa Bilal perpetró una Performance durante un año de su vida; se implantó una cámara de fotos en la parte de atrás de su cabeza y estuvo tomando instantáneas de lo que ocurría a sus espaldas durante un año. Wafaa pretendía llamar la atención, provocar un diálogo crítico sobre la vigilancia y la tecnología.

    Finalmente, te introduciré algunas de las mías: La más reciente, «Expresionista Over 50», realizada en la sala Madison Studio, en el «Hermitage de Marbella»; una puesta en escena que llama la atención sobre la mujer de más de cincuenta años, cuyo físico decae, se encuentra con el nido vacío y la dificultad de seguir si no se ha cultivado la mente y se tiene un proyecto personal. Inspirada en La mujer Rota de Simone de Beauvoir.



   Otra fue «Ready to be Lapidated», que es un llamamiento a la invisibilidad o a la visibilidad culpabilizadora de la mujer. Desde el enclaustramiento en burkas físicos o sociales hasta el escarnio por todo motivo, insultos y desprecios, ya no solo en sociedades de religión islámica, aquí en nuestro día a día, sin darnos cuenta.


    Y una de las primeras, «La Voluntad Dirige mi Mente...», inspirada en El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, una pelea de la persona con el convencimiento de que la actitud que se tenga supondrá una parte importante de la experiencia vital de conjunto, aunque, a veces, la química del cerebro o las circunstancias hacen difícil la actitud positiva.



    En conclusión, no, no si se hace bien, si subyace un concepto y se busca un medio de expresión, no si produce emociones, buenas, malas, contradictorias, no si provoca el diálogo, o la indignación. Algo habrá cambiado en el espectador cuando deje de estar preso de los hilos de la PERFORMANCE y si es así, no importa que parezca una patochada, lo importante no es lo que parezca, es su impacto.


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