miércoles, 14 de febrero de 2018

"Tormento" de Benito Pérez Galdós


    La iniciativa de crear una Tertulia Galdosiana en Marbella me permite la oportunidad de leer y reflexionar sobre distintas obras del escritor de la Generación del 68 Benito Pérez Galdós, y de disfrutar sus novelas naturalistas y realistas como “Tormento”, a la que dedicaré la entrada de hoy.

    La obra en cuestión tiene todas las características de la llamada “Liturgia Galdosiana”, se aprecia un retrato de una sociedad en cambio y decadente, anclada a tradiciones religiosas de orden clerical que someten al ser humano, en especial a la mujer. El escritor crea situaciones que, de alguna manera, ponen en conflicto las enseñanzas de Jesús de Nazaret y el uso que en su nombre se hacen de ellas.  Galdós propone situaciones que subvierten las normas, los corsés, entrando en una estructura previsible, de liturgia galdosiana, donde el lector se apuesta a sí mismo, ¿a que al final no casa a los protagonistas? Y el lector acierta.

     Galdós es un genio de la literatura, a la altura de Cervantes o para nombrarlo justo después, su prosa es clara, sencilla, rica y precisa, su lenguaje está lleno de ironía, de crítica, sus personajes son humanos, complejos y sus escenarios, cotidianos, dolorosamente cotidianos. Sus retratos sociales son producto de un gran talento para la observación, un contacto continuo con la calle y unas capacidades para la escritura cultivadas a base de lectura y mucho ensayo.

    “Tormento” habla del desamparo de unas muchachas a las que le han fallecido ambos progenitores y que caen en las garras de un sacerdote sin vocación, uno de tantos que se hacían curas porque no tenían otra manera de ascender económica y socialmente o acceder a los estudios. Este sacerdote se obsesiona con una de las hermanas a la que inicia en la sexualidad con el peligro de caer en desgracia, sobre todo ella, que pierde su “honra”, lo más preciado que una mujer posee y lo único en caso de ser pobre, una desgracia de mentalidad de la que además es guardiana la propia Mujer. La novela cuenta con varias representantes de esta guardia pretoriana, cainita y castradora.

   Galdós, de la misma manera que Proust, muestra una sociedad decadente, en un momento de evolución que trastorna los valores humanos, de manera que, la burguesía, máximo exponente de la libertad, igualdad y fraternidad, acaba haciendo el ridículo más espantoso para tener comportamientos aristocráticos, poses sociales, hipocresías, apariencias, cualquier cosa para parecer un aristócrata, tener hambre, requeterreciclar la ropa, andar con subterfugios para colocar a los niños, los chicos a la política o al sacerdocio y las chicas a casarse con una “fortuna con patas”, por no hablar de tener explotado al servicio y andar a la caza y captura de la oportunidad de conseguir beneficios por la puerta de atrás, dorando la píldora a los más poderosos o acaudalados y haciendo de la actitud pedigüeña un arte.

    En “Tormento”, Galdós confronta valores humanos de generosidad, sinceridad, lealtad, naturalidad, perseverancia, esfuerzo, con otros que tienen que ver con la “pureza de la mujer”, las apariencias, el juzgar sin misericordia, la envidia, el beaterío más excluyente y la avaricia. Rosalía, es un magnífico personaje, máximo exponente de la mujer que vive de apariencias y mangonea a su alrededor para colocar a sus hijos o conseguir prebendas, sin sentir remordimientos por su conducta explotadora y aprovechada. Por el contrario, Agustín es un indiano que regresa a Madrid buscando la realización de su vida tras años de tierras indómitas y trabajos duros, él es rico, riquísimo, pero, además, no entiende bien de convenciones sociales de la época, es por eso que le llaman bruto, sin embargo, es un ser generoso, empático, que descubre el valor de las personas sin pararse en su posición o apariencia, un ser valiente que se pone el mundo por montera y decide que no le gustan las presiones de una sociedad patética y falsa.

    La galería de personajes es muy variada, ninguno es totalmente bueno o malo y todos, como dice Agustín “son producto de su experiencia en la vida”, de los valores aprendidos, las enseñanzas recibidas y las experiencias propias o vicarias. Incluso, la protagonista, Amparo, por más que es una belleza, es un ser al que no se le puede tomar mucho afecto, es pusilánime, sin carácter, se deja bambolear por las relaciones de su entorno, opta por el suicidio como modo de escapar antes de vivir sin el apoyo social como hace su hermana, pero ¿cómo va a ser la hija de un conserje que ha quedado huérfana, que está en pecado mortal por haberse iniciado en el plano amoroso con un sacerdote en un tiempo en que este hecho era más que una atrocidad, tener relaciones y con un cura? Trabajar para los Bringas, le ofrece la posibilidad de cierto amparo de exposición social, aun que no hubiese sueldo sino migajas resecas y enmohecidas. Otra posibilidad es entrar en un convento, pero hasta para eso necesitaría alguien que pague su dote, una dote para poder servir a Dios, en fin, un despropósito de sociedad poco amable para el ser humano, sobre todo la Mujer. Con estas bases se comprende que surja el movimiento Naturalista al que Galdós pertenece, que critica los valores morales burgueses para ser más objetivo y apreciar el instinto, la emoción o las condiciones sociales u económicas como regidoras a tener en cuenta en la conducta humana.

    El autor es un rebelde, su obra pone en entredicho el status quo y se niega a la RESIGNACIÓN, lo intenta, Agustín regresa a Madrid con la intención de integrarse en la sociedad, seguir sus preceptos, sin embargo, descubre la maldad, el papanatismo, la hipocresía, el aguantar lo que toca, lo que Dios te ha mandado pero, su mentalidad racionalista le grita que tiene derecho a buscar la felicidad, la resignación o mejor la adaptación debe quedar para hechos absolutamente inmutables, y las convenciones sociales no lo son.

    Finalmente, he reflexionado sobre la época actual, y no estamos libres de convenciones sociales que nos hagan desgraciada la vida, las cuestiones sexuales ya no ponen etiquetas, pero tenemos otros demonios, el consumismo, trabajar como brutos o desear hacerlo para tener un coche ostentoso, una ropa ostentosa, multitud de aparatejos a los que entregamos nuestro tiempo. La felicidad no existe porque siempre estamos en el camino de algo, estamos insatisfechos, nos miramos continuamente el ombligo, somos débiles y nos rodean las adicciones. ¿Por qué el ser humano se complica la vida para no tener serenidad, paz, máximo sinónimo de la felicidad?

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