Una vez más nos hemos reunido en el
Marbella Club con motivo de nuestra tertulia literaria mensual. En esta ocasión
hemos analizado una obra poco habitual en nuestras reuniones, un cuento, pero un
cuento muy especial, rompedor y diferente, “Alicia en el País de las Maravillas”
del controvertido escritor británico Lewis Carrol.
Esta lectura especial, en principio poco
apropiada y con muchas reticencias, ha dado para una tertulia muy interesante
en la que la mayoría de las socias se han reconciliado con un cuento extraño
que de pequeñas, en nuestra primera lectura nos pareció estresante, terrorífico
o apasionante. Sí es verdad que alguna socia ha confesado que el “no sense” de
la historia y su formato cuento no le han hecho disfrutar por estar
acostumbradas a otro tipo de literatura.
Sin embargo, la mayoría, ha aprovechado la ocasión para descubrir
detalles de la narración que le han merecido la pena.
Alguna socia comentó la densidad de la
narración que en 59 páginas reúne una cantidad desenfrenada de acontecimientos
y personajes. Es además un cuento onírico, un viaje, una historia donde los
hechos se suceden sin parar y que no encierran ningún tipo de adoctrinamiento
en forma de moraleja. En este sentido la
obra rompió con la tradición de cuentos para niños que en todas las culturas ha
aprovechado la narración de historias con un subfondo de socialización según
los cánones de cada cultura.
Varias socias coincidieron en el hecho de
que la narración es muy visual y plena de juego de palabras, algunas que
incluso han quedado en el idioma inglés. Es en realidad, una personificación
gigante donde los animales y cosas hablan dejando sentencias poderosas como “siempre
llegarás a alguna parte si caminas lo suficiente” o “no es lo mismo comer todo
lo que ves que ver todo lo que comes”.
Alguna contertulia dijo que el cuento no
era para niños y otra que tenía varios niveles de lectura. Los niños se
quedarían en que todo es posible, por eso es fantasía y en la infancia todo
está permitido. Para los mayores hay que reconocer que la obra tiene diferentes
significados dependiendo del background de cada lector, de tal forma que hemos
encontrado opiniones que hablan de símbolos ocultistas, masones, marxistas,
machistas y feministas. Lo que sí es una realidad es que la tendencia al
infinito, los límites, cierta numerología es muy evidente, probablemente por la
condición de matemático del escritor.
En lo que hemos estado de acuerdo todas es
que el cuento rompe con la realidad y se instala en el surrealismo, ¿para hablarnos
de la dificultad de adaptación del ser humano?, ¿para valorar la difícil etapa
de la cambiante pubertad?, ¿para criticar el poder?, ¿para hacernos ver la
presión social? La verdad es que la obra nos vale para poner el acento en casi
todo.
Eso sí, pese a la mala prensa de este
diácono con dificultades de habla por el gusto a relacionarse con niñas, las
fotos que les tomaban y su presunta obsesión por Alicia, no hemos encontrado
ningún resquicio sexual en toda la obra. Y aunque el diálogo se endureció con
este tema, no es posible asegurar que Carrol tuviera sentimientos o cometiera acciones
inapropiadas con las chicas, pero alguna socia aseguró que no dejaría a su hija
con un tipo tan raro, probablemente porque estamos analizando el pasado con
mentalidad del presente. Otra socia nos invitó a ver la historia al margen del
autor, porque si nos pusiésemos a juzgar la vida de todos los artistas cuyas
obras apreciamos perderíamos muchos efectivos, pues ser un genio creativo no significa
ser una buena persona, ni todo lo contrario.
Nos llamaron la atención los cambios de
tamaño de Alicia, los alimentos que usa para hacerlo, la obsesión por el tiempo
y el espacio, la transformación-adaptación frente a la intolerancia y el miedo.
Es importante reconocer un interés por la identidad, la búsqueda de ella y el
reconocimiento de la dificultar en saber “quién se es” en un mundo cambiante,
máxime cuando el ser humano es objeto de continua transformación.
El hecho de tomar formato de sueño, le
permite al autor la frescura de la fantasía más alocada. Los sueños y la
locura, como en el Quijote, dan pie al escritor en general para subvertir el
orden cósmico.
Una socia vio en el cuento el sentir de los
niños de la época, niños felices en su inocencia, su fantasía exenta de
convencionalismos que ve la disciplina como órdenes sin explicación pero que en
el fondo sienten que todo es posible, y si te has equivocado y has sembrado tus
rosas de blanco, con pintarlas de rojo se acaba el problema.
Hubo una correlación con la obra de Mª Elena
Walsh, considerándola como el universo del disparate, por supuesto de una
compañera que pasó su infancia en Argentina, porque esta obra es también “una
sana explosión en un mundo de rigidez”.
No podemos olvidar la importancia de las
ilustraciones en la obra original y las posteriores. La primera, el ejemplar
para Alicia, fue dibujada a plumilla por el propio Carroll. Luego se produjeron
reproducciones con xilografía. Y finalmente, un ilustrador quedó encargado de las
posteriores ediciones pero tuvo una relación tumultuosa con el autor por causa
del perfeccionismo de ambos.
Una contertulia apuntó que la obra era un
caleidoscopio de personajes, que algunos estaban inspirados en personas
influyentes de la época. Muchos de ellos, dan consejos y consejos a Alicia, sin
demostrar ser seres maduros y estando llenos de dudas.
A la tertulia asistieron un buen número de
socias nuevas y de aspirantes a serlo. Esperamos que nuestro primer contacto
haya sido satisfactorio.
Al finalizar la tertulia se inició una
junta extraordinaria para aprobar las nuevas medidas necesarias para ajustar la
información de las socias a la Ley de Protección de Datos. Además, se acordó
reunirnos el próximo 13 de junio para la tertulia que versará sobre “El Aleph”
de José Luís Borges.
Muy bueno, y me imagino que la discusión ha sido de gran análisis por las conclusiones a las que han llegado. Siempre he considerado a L. Carrol como el iniciador de la literatura infantil. Y lo de matemático es de escudriñar más... Saludos cordiales (soy de Guatemala).
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