miércoles, 3 de enero de 2024

CINEFÓRUM ENERO 2024

 

LOS CUATROCIENTOS GOLPES
CICLO: CINE FRANCÉS


 Martes 30 de enero, a las 18:30

Lugar a confirmar

 

¡Cómo nos gusta el cine!

 

Empezamos este paseo por el cine francés con un director,François Truffaut, y una película, Los cuatrocientos golpes, que nos coloca frente a un relato conmovedor, un grito de rebeldía, a una historia que ahonda en la vida de un niño que empieza a dejar de serlo, Antoine, perdido en un mundo de adultos que no entiende y del que necesitaescapar sea como sea. 

 

Estrenada en Francia en 1959, recibió inmejorables opiniones de otros cineastas tan famosos y en la onda como Buñuel, DreyerRossenGodard o ClouzotCon Los cuatrocientos golpes Truffaut entró en la historia del cine por la puerta grande.

 

Hoy, tantísimos años después, la película sigue viva y continúa planteando los mismos dilemas que entonces.

LOS 400 GOLPES Presentación de María Martin Stanley

François Truffaut

“Los 400 golpes” iniciaba un acercamiento a la realidad, la “nueva mirada” de la "Nouvelle Vague" en el cine francés y la vuelta al concepto de "Autor.".

Es el primer largometraje de François Truffaut, autobiográfico por excelencia, dedicado a su protector André Bazin. Fue presentado por su "autor " en el Festival de Cannes de 1959, donde obtuvo el Premio a la Mejor Dirección y el de la OCIC (Organización Católica Internacional del Cine).

André Bazin comenzó a escribir sobre cine en 1943 y fue cofundador de la prestigiosa revista de cine Cahiers du cinéma en 1951, con Jacques Doniol-Valcroze y Joseph-Marie Lo Duca.

Bazin, critico “par excellence”, es notable por argumentar que el realismo es la función más importante del cine. Insistía en la realidad objetiva, el enfoque profundo y la falta de montaje. Creería que la interpretación de una película o escena debe dejarse en manos del espectador. Esto lo colocó en oposición a la teoría cinematográfica de las décadas de 1920 y 1930, que se enfoca en cómo el cine podía manipular la realidad.

El movimiento de la Nueva Ola francesa, que comenzó en la década de 1950, se caracterizó por un rechazo de las normas cinematográficas tradicionales y un enfoque en el realismo y el naturalismo. La Nouvelle Vague francesa influyó en el cine estadounidense inspirando a la generación indie y a la era del "Nuevo Hollywood”. El movimiento también popularizó tres conceptos: 1. las tomas largas, (el enfoque profundo para mantener visible a un personaje significativo en el fondo lejano del encuadre), 2. las rupturas de la cuarta pared, (un escenario tiene tres paredes, la cuarta es la pared invisible entre el actor y la audiencia. Conceptualmente, un actor podría romper "la cuarta pared" haciendo referencia al hecho de que es el actor de una obra, dirigiéndose directamente al público o respondiendo a algo que sucede en el público, como el llanto de un bebé o el timbre de un timbre o un teléfono móvil), y 3, los cortes de salto (cuando una escena se adelanta en el tiempo o por una fracción de segundo o por muchos segundos. Un ejemplo es cuando un personaje dispara a alguien, pero todo lo que el espectador ve es el arma apuntando y luego hay un corte de salto para que el otro personaje se caiga).

El argumento de Los 400 golpes se gira en torno a Antoine Doinel, un muchacho de 12 años que habita en París como un solitario en su propia casa. Su madre vive con otro hombre. El niño nació sin ser deseado y respira en un ambiente de hostilidad. No es un chico maltratado (aunque en cierta ocasión veamos que su padrastro le abofetea). El rechazo de unos y otros le conduce a la delincuencia.

Se puede decir que es una película de Truffaut como “autor” desde el principio al final, no sólo porque él fue el productor sino su guionista y director, con el fin de preservar la libertad de expresión frente a los sistemas productivos existentes: no hubo divos, los escasos recursos obligaron a rodarla en 56 días, en blanco y negro, y en localizaciones fuera de los estudios, con un planteamiento contrario al cine-espectáculo, como una obra personal de aire artesanal.

Los ejes temáticos eran el hijo no deseado, la separación conyugal, el sistema educativo…, el mundo infantil-adolescente, la familia en crisis, el devenir de la vida. “Los 400 golpes” iniciaba así un acercamiento a la realidad con un “nueva mirada”,

En 1954 Truffaut publicó su ensayo "Una cierta tendencia en el cine francés", Un ejemplo perfecto de cómo no tener amigos y como no ser el crítico más popular en el mundo francés del cine...era una diatriba contra el cine francés, caracterizado por "las películas de cualidad", rodadas siguiendo criterios muy estrictos. Le gustaban pocas películas y menos directores... el ensayo le llevó a ser excluido del Festival de Cine de Cannes en 1958. Pero en 1959 gano el premio de mejor director en Cannes con Los 400 Palos. André Bazin su protector desafortunadamente murió un día antes que Truffaut empezó a rodar esta obra.

En resumen, el cine francés y el estadounidense reflejan sus respectivas culturas de diferentes maneras, siendo el cine francés más artístico e intelectual, mientras que el cine estadounidense está más comercial y centrado en el entretenimiento. El movimiento de la Nueva Ola francesa tuvo un impacto significativo en el cine estadounidense, inspirando a la generación indie y a la era del "Nuevo Hollywood", y popularizando las tomas largas, las rupturas de la cuarta pared y los cortes de salto en el cine americano.

Truffaut escribió 15 maravillosos ensayos sobre su vida. En ellos habla de su absentismo escolar. Las ausencias de sus padres obligaron al joven François Truffaut “a empezar su vida antes que los demás niños”. Es una adolescencia cruel, marcada por las fugas y la pequeña delincuencia, que acaba llevando al adolescente a un reformatorio. Fue también una adolescencia erudita, bajo el signo de la literatura y el cine, una pasión devoradora pero consumida en el contrabando: el joven François prefería las butacas del cine a los bancos de la escuela. En plena Ocupación, el joven François Truffaut se sumergió en el cine: se sabía de memoria los diálogos de sus películas favoritas, como El cuervo o Las reglas del juego, y devoraba revistas de cine. En la Liberación descubre el cine americano que de repente invadió las pantallas. Una asistencia continua a las salas –a un ritmo de dos o tres películas por día, catalogadas– y la acumulación de una documentación impresionante constituirán su aprendizaje en el cine... (1946 - 1954. Guerra en Indochina. Ejército, Truffaut Deserto, cárcel militar en Alemania) . Bazin me represento ante las autoridades militares. Luego arreglaría todo para liberarme oficialmente…. (causa. Instabilidad mental)….

Durante ocho años Truffaut se afirmó como el crítico más truculento del cine francés contemporáneo, al que consideraba rancio y convencional, y abogó por un cine que permitiera al director escribir diálogos, inventar historias y, en general, producir una película como un conjunto artístico en su propio estilo.... como ""autor" de la pelicula.

Trouffaut por Trouffaut. (2 de 15 ensayos.)

1. L'école buissonnière…. La escuela de faltar a la escuela

Mis primeras doscientas películas las vi de manera clandestina, faltando a la escuela o entrando al cine sin pagar...

Cuando era niño, no me cuidaban mucho. No era el niño mártir, pero sí un niño al que decepcionaron un poco, que se las arregló solo. Mi padre y mi madre, a quienes ahora reconozco el mérito de no haber pertenecido a ninguna categoría, no eran burgueses, ni bohemios, ni artistas; eran todo eso al mismo tiempo. Estaban un poco ausentes como padres.

Fue en el contexto de la guerra, la Ocupación y luego la Liberación. Me permitió comenzar mi vida antes que otros niños.

Mi madre no soportaba el ruido y me pedía que me quedara quieto, sin hablar, durante horas y horas. Entonces leí, era la única ocupación que podía adoptar sin molestarla. Leí mucho durante la ocupación. Como estaba solo con bastante frecuencia, desarrollé el gusto por la lectura de libros para adultos, los que leía mi madre. Los pedí prestados durante sus ausencias.

Sin ser cinéfilos, mis padres seguían los espectáculos y hablaban entre ellos sobre obras de teatro y películas importantes. Esto me guio y guio mi gusto. Me llevaban a ver ciertas películas, pero rápidamente me acostumbré a ir a ver a escondidas las que no me llevaban a ver. Cuando mis padres salían por la noche, yo también salía diez minutos después para ir al cine, normalmente al cine más cercano. No disfruté porque la ansiedad de ser descubierto y volver a casa tras ellos era demasiado grande. el miedo me hizo irme antes de que terminara la película, porque tenía que estar en la cama cuando mis padres regresaran. Llevo una gran ansiedad de esa época y las películas están ligadas a la ansiedad, a una idea de clandestinidad. Luego me resultó más cómodo ir al cine por la tarde, aunque eso significara faltar a clases.

Vi películas en secreto. Hubo tanto ausentismo escolar y tanta estupidez durante la guerra que cada vez que alguien aparecía confundido en una pantalla, cada vez que alguien estaba en una situación irregular, me identificaba con él.

Un día me escapé de mis padres y no sabía exactamente qué iba a hacer. Me fui con un amigo que pudo ayudarme y alojarme; Mala suerte, no estaba. Como tenía que concertar una cita con él, elegí la película que más me gustaba y que proyectaban esa semana: El romance de un tramposo.

Cuando se agotaba el dinero de bolsillo de la semana (era el dinero destinado a la cantina), frecuentaba muchas sallas donde era posible entrar sin pagar. Incluso en el Palacio Gaumont era posible entrar, pero forzando, el domingo por la tarde, en el momento de la salida, todas estas inmensas puertas, estas cuatro mil personas que salían. Había que actuar como alguien que se había olvidado de algo y cruzar esta marea humana al revés. Pasaba las noches afuera, me escapaba de casa como muestro en Los 400 golpes, pero lo que no pude mostrar en la película, por ejemplo, porque estaba ligada a la guerra, dormía en una estación de metro.

Yo tenía 11 años. Lachenay me dijo que podríamos dormir en las estaciones de metro más profundas transformadas en refugios. Fui. Estaba lleno de gente. Nos dieron una manta, pero nos despertaron a las 5 de la mañana para dejar funcionar el metro. En aquella época nos daban un litro de vino por 125 gramos de cobre, entonces robábamos pomos de puertas o cosas así y vendíamos el vino. Mi padre me encontró y me devolvió a las escuelas donde contó todo lo que había hecho. Yo era la “oveja negra”. Todo lo que hice fue mal visto; así que no volví. Fui a la biblioteca municipal y devoré a Balzac.

Todo esto me llevó, allá por el 46, cuando tenía 14 años, a ser realmente lo que llamamos un delincuente juvenil. Me escapé de casa, me recapturaron, fui a la comisaría, me arrastraron a este tipo de cárceles para niños que en ese momento estaban llenas. Me encontré en una especie de espiral bastante triste.

Dejé la escuela, fui a vivir con Lachenay y decidimos fundar un cineclub en el Palacio de Cluny los domingos por la mañana. Compramos una copia de 16 mm de Metrópolis (Fritz Lang) y simplemente llamamos a nuestro círculo “Círculo de Cine”. Pero las proyecciones fueron

horribles y la gente no volvió. En cambio, fueron al cine club de André Bazin en Broadway, que también se celebraba los domingos por la mañana. Entonces, inocentemente, fui a ver a Bazin para pedirle que cambiara el día. Así nos conocimos.

2. André Bazin o la iniciación a la crítica

No tengo buen recuerdo de la primera película que vi, probablemente en 1938 o 39. Mi tía me llevó al cine y entramos durante la película mientras veíamos una escena de boda en la pantalla.

Fue durante la ocupación cuando tuve mi primer shock cinematográfico. Un día mis padres me llevaron a ver El paraíso perdido, película de Abel Gance que tenía la particularidad de tomar como tema la guerra del 14. Fue un espectáculo extraordinario, nunca había encontrado en el cine una emoción colectiva, donde la sala estaba formada por mujeres y soldados, desertores, personas que estaban allí y que no sabían cuánto tiempo permanecerían juntas.

La primera vez que oí hablar de André Bazin fue cuando compré la Revue du cinéma. Recuerdo un artículo extraordinario sobre el señor Verdoux. Me uní a uno de sus cineclubs, la Chambre noire, rue de Sèvres. Allí presentamos cine, todo Vigo en una sola sesión. Después de la sesión, hay una mesa y se acercan dos o tres personas y se sientan. Y Bazin es el más interesante. De lejos.

Cuando nos conocimos hablamos un poco de cine. Pero ocho días después, mi padre volvió a ponerme las manos encima y me entregó a la policía. La verdad. No era la policía de los menores. Pasé dos noches en el depósito, como en mi película Los 400 golpes. Luego me encerraron en el Centro de Observación de Delincuentes Juveniles de Villejuif.

En aquella época, en el 48, Villejuif era mitad manicomio, mitad reformatorio. André me salvó. Le escribí y trabajó duro para sacarme. Fue a ver al psicólogo y me emancipó. Mis padres renunciaron a sus derechos con bastante facilidad. (François Tenia 16 anos). Los 400 golpes era básicamente un sketch de veinte minutos llamado La Fugue d'Antoine, y que era simplemente la historia de un niño que falta a la escuela y no tiene palabras para dar escusas.

Realmente fue después de dos o tres meses de ver mucho cine americano cuando, por primera vez después de ver una película, me fijé en el nombre del director; Empecé a redactar fichas, a identificar una película con su director y luego a tener ideas. Me dije: “Una película de fulano de tal, voy”. » Jean-Paul Sartre publicó un artículo sobre El ciudadano Kane, creo que debió ser el 6 de julio de 1946. Lo vi 18 veces, 20 veces, no lo sé. Lo conozco muy, muy bien. De repente, a los 13 años, me di cuenta de que una película se podía escribir como un libro. Por supuesto, muchos hombres de mi generación sintieron que podían convertirse en directores gracias a Ciudadano Kane: Kubrick, Resnais, Frankenheimer, Lumet... No era una película de un cineasta, sino una película de un cinéfilo.

A los 16 años había reunido una enorme documentación sobre películas: fotografías, biografías de directores... Tenía archivos muy actualizados. Para aumentar mis colecciones, realicé incursiones nocturnas con amigos. Decidimos: “En este cine podemos robar 24 fotos de La Gran Ilusión” y fuimos allí, rompiendo ventanas. Cuando tuve que partir para hacer el servicio militar, puse todos mis archivos en un carrito. Y crucé todo París para ofrecérselos a Henri Langlois para su Cinémathèque. Le dije: “A cambio, sólo te pido que me dejes ver tu Cinemateca hasta el final de mis días”.

 

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