La ciudad de
Málaga acoge a las Mujeres del Movimiento Surrealista con el título: “Somos
plenamente libres. Las mujeres artistas y el surrealismo”, una colección de
obras de distintas autoras que podrían ser más y que la misma muestra tiende a
ello. Son más, más de las que están y todas han sido silenciadas, u olvidadas,
o ignoradas, o apartadas, o, en fin, cualquier tropelía social que se intenta
reparar con esta nueva exposición temporal del Museo Picasso para memoria
colectiva y disfrute de los amantes del arte.
El
surrealismo es un movimiento artístico de principios
del siglo XX que surgió en Francia y tuvo como centro ideológico al poeta
Andrée Breton que afirmó que “El inconsciente es la región del intelecto donde
el ser humano no objetiva la realidad sino que forma un todo con ella. El arte,
en esa esfera, no es representación sino comunicación vital directa del
individuo con el todo. Esa conexión se expresa de forma privilegiada en las
casualidades significativas (azar objetivo), en las que el deseo del individuo
y el devenir ajeno a él convergen imprevisiblemente, y en el sueño, donde los
elementos más dispares se revelan unidos por relaciones secretas.
Los artistas
surrealistas exploraron el inconsciente mediante los sueños, automatismos y trances inducidos, sus
trabajos no necesariamente expresaron sus experiencias personales. Sin embargo,
en el caso de las mujeres surrealistas, muchas de las obras son claramente
autorreferenciales, contamos con numeroso retratos, experiencias personales,
dolores del cuerpo materno, sueños con toque femenino, interpretaciones
metafísicas con la descendencia, la bis reproductora como protagonista,
soledades inquietas, vacíos, pesadillas y lucha contra demonios propios y
ajenos.
La muestra
temporal del Museo Picasso Málaga nos permite descubrir a dieciocho creadoras
mujeres que desarrollaron sus carreras a partir de los años veinte, en plena
efervescencia del Manifiesto de Andrée Breton que clamaba por la libertad del
inconsciente, de los sueños de los sentimientos pero que tuvo ramarazos de
pensamiento-único en su trato a Jean Cocteau y no digamos con el rol que le
tenía destinado a las féminas, de las que pretendía que fuesen únicamente musas
de los artistas varones.
A pesar de lo
que se esperaba de estas mujeres, además de ser miembros estimulantes
intelectualmente del grupo surrealista, fueron artistas de gran profundidad, de
técnica considerable y creatividad notable. El justo reconocimiento
internacional que se viene despertando en los últimos tiempos nos ofrece la
posibilidad de apreciar las obras de Eileen Agar, Claude Cahun,
Leonora Carrington, Germaine Dulac, Leonor Fini, Valentine Hugo, Frida Kahlo,
Dora Maar, Maruja Mallo, Lee Miller, Nadja, Meret Oppenheim, Kay Sage, Ángeles
Santos, Dorothea Tanning, Toyen, Remedios Varo y Unica Zürn como
grupo abierto que nos sitúa ante la injusticia histórica del silencio sobre la
excelencia de las mujeres en muchos campos y nos hace cuestionarnos sobre
cuántas obras no se habrán perdido, cuántos descubrimientos no habrán sido
usurpados y cuántas mujeres insignes no habremos olvidado. José Jiménez,
catedrático de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Autónoma de
Madrid afirma que la elección de autoras de esta exposición “no es una opción
separatista, sino una tarea de recuperación”.
Pero, por
mucho que esta muestra ponga en evidencia la ignominia contra la mitad de la
población de este planeta, no podemos quedarnos en el sentimiento lastimero
pues la oportunidad es de gran importancia para el aprecio de grandes artistas
y grandes obras.
Toda la colección es
muy interesante y hay algunas obras de gran envergadura, muy libres,
exploradoras del ser, con un lenguaje muy adecuado para expresar los adentros,
sus sueños, dolores y decepciones, miedos, esperanzas, fantasías,
transferencias del inconsciente y no tanto como en el caso de Frida Kahlo, cuya
realidad era tan literalmente dolorosa. El individualismo y la
personalidad de estas artistas se transmite mientras se construye, a través de
las más de cien obras de arte entre pinturas, dibujos, esculturas, collages,
fotografías y películas reunidas para la ocasión.
Por destacar,
aunque no es el objetivo de la exposición, pero no me puedo resistir, yo
destacaría la obra de Leonora Carrington a la que llegué a amar gracias a la
novela de Elena Poniatowska y Leonor Fini, de gran fuerza e inquietud, la
Metafísica de Kay Sage que no tiene nada que envidiar a Giorgio de Chirico, las
mujeres de cabezas sobredimensionadas de Ángeles Santos, las performances de la
“mitad ángel, mitad marisco” como Dalí denominó a Maruja Mallo y la fotografía
equívoca de Germaine Dulac.
Por poner alguna pega, el Museo Picasso ha realizado mejores montajes, en este hay una saturación de obras, algunas con muy pequeñas y detallistas, solo se pueden apreciar si te acercas, pero no te puedes acercar porque está junto a otra obra que necesita más de un metro de protección. Por otra parte, las cartelas son minúsculas y colocadas de manera que llevan al equívoco o requieren de mucha concentración para comprender a qué obra se refieren.
Por poner alguna pega, el Museo Picasso ha realizado mejores montajes, en este hay una saturación de obras, algunas con muy pequeñas y detallistas, solo se pueden apreciar si te acercas, pero no te puedes acercar porque está junto a otra obra que necesita más de un metro de protección. Por otra parte, las cartelas son minúsculas y colocadas de manera que llevan al equívoco o requieren de mucha concentración para comprender a qué obra se refieren.
En fin, no se la
pierdan, es un grupo muy selecto y numeroso, nos permite vislumbrar muchas
formas de entender el surrealismo, desde distintas técnicas, desde distintos
relatos, desde distintas personas, personas mujer, también personas-mujer.
Fotografía de José A.Correa
Galería
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