El mes de Noviembre nos ha traído una
lectura muy especial, “Brújula” de Mathias Enard, actual Premio Goncourt de las letras francesas, una novela retadora que ha
apasionado a las socias que han conseguido involucrarse en ella.
Ya contábamos con que no serían muchas las
llamadas a esta tertulia, éramos conscientes de antemano de que el libro no
había conseguido atrapar a muchas contertulias habituales que decidieron
dejarlo para tiempos más apropiados
Sin embargo, la tertulia fue buenísima, las
Mujeres Universitarias que consiguieron llegar a un acuerdo con el libro,
dejando fluir la lectura, sin intentar controlar toda la información que en
ella se desarrolla consiguieron disfrutar sobremanera en la medida que estaba a
su alcance. Ya que según el background de la lectora el entendimiento era más
amplio, también influía el manejo en unos u otros de los flancos artísticos,
históricos y geográficos que el autor, en su apabullante erudición, ataca.
Hubo quien perseveró pese a la muralla
significativa de las doscientas primeras páginas, pero una vez terminado el
libro y en vista de la satisfacción recibida a partir de ahí, volvió a leerlo
para disfrutarlo al completo. Hay lecturas que retan y que demandan un esfuerzo
pero a la postre te hacen mejorar.
Hay quien significó que la redacción subvertía
todas las reglas que el profesorado enseña, con frases encadenadas por comas,
en párrafos de más de una página, al estilo de Joyce, que pueden ser un
verdadero fiasco si no se tiene el oficio que tiene Mathias Enard y al que se le
agradece esta puntuación poco ortodoxa, a la par que ágil, preciosista y llena
de matices.
Varias socias coincidieron en que la obra
tiene cierta inspiración en “Las Mil y una Noches” desde el punto de vista de
que dura una noche de insomnio pero está preñada de muchas historias que de
manera deliciosa se van sucediendo en lo que se vio como un patrón narrativo
que acude a la noche en vela, la historia de amor con Sarah, las vivencias en
oriente y las numerosas anécdotas sobre músicos y literatos y de nuevo, vuelta
a la noche de insomnio, en una especie de fractal donde se repiten las obsesiones
del autor.
La obra es una especie de continuo entre
oriente y Occidente, las relaciones pasadas y presentes, y la pasión orientalista
que han sufrido muchos músicos, pintores, literatos, comerciantes,
investigadores y aventureros de todos los tiempos. Una especie de búsqueda de
la otredad, del deseo de complementar lo que nos falta.
Gracias a un buen repaso por el arte
oriental y occidental, de Rabel, Mozart, Bethoven, Kafka, Balzac, Ingrés y
muchísimos otros más hubo quien revivió la lectura que de “Leonora” de Elena
Poniatowska hicimos, con la que revisamos
las vanguardias de manera apasionada, como Enar nos ha hecho vivir el
orientalismo en el arte.
La novela nos conduce desde Viena hasta
Teherán con la nostalgia del que ha sufrido un enamoramiento sofisticado, pleno
de aromas, de misticismo, espiritualismo, perfumes, piedras preciosas, gastronomía,
música oriental, opio tomado como uso cultural, sedas y especias. Pero, alguna
socia apuntó la predilección del autor por Palmira, como símbolo de Alianza de
Civilizaciones, una ciudad romana, un vestigio europeo en pleno oriente
exótico. Porque el autor, no distingue separación entre Oriente y Occidente,
Oriente no es un lugar, es una dirección, según Enard, y Occidente sueña aquí a
Oriente.
Cuando llegamos a este punto se produjo un
interesante debate entre Oriente, los países árabes y el Estado Islámico,
aunque ahora parezca todo lo mismo, desde luego no lo es y esperamos que vuelvan,
que afloren la cordura y el refinamiento de Oriente, su sabiduría de pueblo
reposado, de cuentos ancestrales, de enseñanzas filosóficas y que supere todos
los inconvenientes que en la actualidad está sufriendo.
Sinfonía Fantástica de Berlioz dirigida por Leonard Bernstein
También se produjo cierto debate con el
tema del colonialismo, algunas socias mantenían la opinión tan común en estos
tiempos sobre el papel saqueador de Europa en muchos países, también en
oriente. En cambio otras dijeron que la historia no hay que estar
constantemente revisándola y menos con ojos contemporáneos, porque la península
Ibérica también ha sido colonizada en numerosas ocasiones y la herencia púnica,
fenicia, romana y árabe nos ha dejado elementos que nos hacen como somos,
porque la historia no se puede cambiar y menos hacer responsable al morador de
esta península en los tiempos actuales.
Todas las socias que han conseguido
terminar la lectura de “Brújula” aseguran que esta novela es digna de ser
releído con asiduidad y volvimos a quejarnos del poco tiempo que da una vida
para leer todos los libros, escuchar música, ver arte, cine, todo lo que nos
gustaría, pero, no nos va a dar tiempo.
La novela está llena de anécdotas de
europeos que se han fascinado por Oriente, especialmente músicos, conseguimos
centrarnos en varias de estas historias, en Berlioz y su Sinfonía Fantástica,
donde un hombre narra su relación con una mujer que ha tomado opio; el
hundimiento de Beethoven en su último concierto al darse cuenta de que había
resultado una pesadilla porque el piano estaba desafinado y él en su sordera no
lo había apreciado. Pero, también, criticamos la obsesión de Mathias Enard de
verlo todo a través de su pasión por el orientalismo y al señalar a Cervantes y
a Proust como inequívocos productos de este sesgo orientalista.
Alguna contertulia señaló el pesimismo que
Mathias Enard infringe a la novela, se basaba en anécdotas tristes y existenciales,
en citas como la de Nietzsche que dice “La Música es la expresión universal del
sufrimiento del mundo”, con citas de Gómez de la Serna o con comentarios como “esta
vida en la que no me sé manejar”. Además, vieron que la historia de amor era
fracasada por más que el enamoramiento de Franz, el protagonista y narrador,
perdurara por veinte años. Otras, en cambio, achacaron ese sentimiento al hecho
de que el narrador está enfermo, en una noche de insomnio pero que sus
vivencias han sido satisfactorias a través de la relación con Sarah, una mujer
especial por su pasión y perseverancia en sus estudios orientalistas, y también,
por sus experiencias en oriente y con todo este conocimiento que atesora sobre
el arte y la cultura, tanto oriental como occidental.
También contamos en el Marbella Club, donde
se celebró la tertulia, con socias que no había conseguido terminar el libro, y
es que intentaron comprender y abarcar todo lo que renglón a renglón el autor
derrocha en su enorme conocimiento, una lectura tradicional que resulta
imposible de abarcar con esta obra.
Para el próximo 5 de diciembre tenemos una
nueva apuesta, leeremos “Lo que no quise Decir” de Sandor Marai. ¡Que
aproveche!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenísimo comentario de un libro que levantó pasiones. Gracias Ana Eugenia.
ResponderEliminar