viernes, 22 de marzo de 2019

“Pedro Páramo” de Juan Rulfo, análisis AMUM


pedro paramo-juan rulfo-9788493442606    La Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella se reunió el pasado lunes en el Marbella Club para hacer tertulia sobre esta obra considerada el orto del “Realismo Mágico” y a la que el Premio Nobel Gabriel García Márquez consideraba una de las obras más importantes de la Historia de la Literatura, la que le abrió el camino para crear su Macondo y de la que se sabía párrafos enteros.

    La consideración de obra de arte de “Pedro Páramo” no es baladí, fueron muchos los argumentos que las tertulianas expusieron sobre ello, en especial una estructura magnífica, complicada y a la vez comprensible, original, pionera, una forma experimental con grandes cimientos donde no perderse. Este trabajo se desliza sobre idas y venidas al pasado y al presente, viajes a la historia desde un narrador en tercera persona omnisciente y otros a la primera persona del narrador Pedro Páramo. Pero si la dificultad y el interés fuese poco, la belleza del lenguaje es tan poética que más de una socia lo ha releído para no prestar atención a la estructura ni al argumento, liberadas de la tensión provocada por la intriga, se han dejado mecer en los brazos de las construcciones poéticas, las figuras literarias, las repeticiones, la belleza de vocablos latinoamericanos, de vulgarismos inspiradores, de las escenas delicadas de sexo.

pedro paramo-juan rulfo-9788416575220    Alguien nos trajo la equivalencia de la sensación que produce un cuadro abstracto, formado por líneas sugerentes, que gusta, que espanta, que no se entiende del todo, ni falta que hace, pero que desde luego no se duda de que es una creación artística, Arte.

    El realismo mágico que eclosiona en esta única novela de Juan Rulfo, no es un invento de la Literatura, más bien, es la Literatura la que se atreve por fin a mediados del siglo XX a poner en letra impresa una idiosincrasia de los pueblos latino-americanos, donde confluyen creencias naturalistas con las católicas que llevaron los españoles del siglo XV y XVI. De tal forma que su tratamiento de la muerte, de los muertos a los que se sienten tan próximos, con los que hablan, con los que conviven, de la simbología en las acciones, de las atribuciones de propiedades a las cosas, a los alimentos, los olores, el agua, junto con su enorme fe en las vírgenes, los santos, modelados por ese sincretismo particular y mágico, hacen una existencia en la que lo terreno y lo espiritual están indudablemente complementados, sin fricciones. Y desde luego, es su realidad, porque la realidad es lo que uno vive, con el mito de cada uno, del que habla el filósofo Rafael Argullol, sus experiencias, su educación, sus creencias, porque por más que existan verdades absolutas, por ejemplo, la Física Nuclear, esa realidad no existe para quien no la conozca y sí es verdad, ese Dios al que se dirigen todos los días en busca de auxilio.
Pedro Paramo
    En cuanto a los personajes, conforman el teatro del mundo en la sociedad mexicana de aquel tiempo, donde los caciques endiosados eran dueños no sólo de sus tierras, sino que también, del servilismo superviviente de sus trabajadores; amos de la voluntad del campesino que malvive con penosos ingresos, que sufre humillaciones, entre las que se encuentran los derechos de pernada, una vez más la mujer es el eslabón más débil. Y este Pedro Páramo consigue siempre hacer su voluntad, apropiarse del trabajo, del cuerpo y del alma de todos, de todos menos de Susana que nunca es suya en plenitud porque está en manos de la locura, la locura como salvavidas, como único escape a la posesión. Incluso los incipientes revolucionarios caen en la trampa de patrón, porque sólo a los locos no les importa no comer.

    La historia de México es triste, reflexionó una tertuliana, siempre sometido, siempre en revolución, siempre aprovechada por los mismos, por los Pedros Páramos que dicen “siempre hay que ir con el que gane”, propio de hombres sin moral. Y qué grandeza la del pueblo mexicano que aprende a gozar con la muerte, restando su tragedia, disfrutando con los pequeños momentos, con los dones de la supervivencia.

    Esta narración no es contraria a la fe, de hecho, está cimentada en ella, en las creencias, en las esperanzas, porque en realidad, entre los abusos, las miserias, la mortalidad infantil, esta vida “no vale un carajo” y algunos optan por el suicidio, aunque cercenan la posibilidad de subir al cielo y su víctimas dedicarán la eternidad a vagar por la tierra como almas en pena, serán muertos “que viven en una cobija”.

    Qué importante es el agua, la sed, en la obra, cuántas veces Juan Preciados se siente sediento en un páramo que es en lo que Pedro ha convertido a Comala. Pedro fue contrariado a la muerte de Susana, realmente, nunca la poseyó por entero y decidió dejar que esa tierra que fue vergel se convirtiera en un desierto de tierras polvorientas y casas caídas, un lugar donde sólo los espíritus pueden vivir, los que no tienen necesidades corporales, ni frío, ni sed, ni calor, ni hambre. El agua cae del cielo como un siseo, pero no hace crecer nada, Comala se convierte en un no-lugar, el capricho-venganza de un ser desabrido.

    Esta obra magnífica nos ha dado momentos excelentes de disfrute literario y una estupenda tertulia que esperamos tenga parangón en la del próximo mes, en la que trabajaremos sobre “La Tregua” de Mario Benedetti.


    

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