
Esta
tertulia ha resultado una unanimidad en cuanto a la elección de la obra y ha dejado una buena ración de aportaciones de
las socias que han expresado sus apreciaciones. Como decía una de ellas,
nosotras no nos quedamos en que una obra sea bonita, sino que sea impactante,
que nos cuente historias con las que abramos el horizonte, que tengan calidad y
si es posible novedad formal, que nos haga buscar, investigar, sentirnos
inquietas, pensar en ellas cuando no la estamos leyendo, compartir sensaciones,
escuchar otros puntos de vista, abrir otras puertas por las que las asistentes se
hayan aventurado, que nos rete y nos deje el placer que supone ser conscientes de
que tras haber pasado por nuestras vidas, ya no somos las mismas y esperamos ser
mejores. Esta novela epistolar y biográfica contiene, además, un prólogo y un
artículo que indiscutiblemente forman parte de la obra por su aportación a la
figura de la protagonista.
Lo que
se presenta extraordinario en la obra es que Emma Reyes cuenta su difícil
infancia a través de cartas en las que cuenta desde su primer recuerdo sin rencor,
sin juicio moral, como si aceptara el abandono, la falta de amor y el no lugar
en el mundo. La escribidora de cartas es un alma limpia, fuerte y valiente, una
flor única en un campo quemado (como expresó una socia). Emma lo hace con pocas
palabras, con imágenes cinematográficas, con cierta belleza. Pero a nosotras,
esa grandeza de carácter no nos desvía de la terrible situación que viven
muchos niños, incluso en nuestro país, lo vulnerables y lo desprotegidos que
están y cómo no tienen capacidad ni para saber que están recibiendo malos
tratos porque para ellos sus adultos de referencia son incuestionables. Esta
conciencia y saber que la novela es autobiográfica nos ha causado una profunda
conmoción. Como dijo Rilke “La verdadera patria del hombre es la infancia” y
Emma sobrevivió a ella gracias al Arte y la Cultura y desde luego a su resiliencia.
Quizás
el talento de Emma Reyes reside en su empatía, en comprender que todos los
actores de su historia son víctimas, mujeres repudiadas por la sociedad por
tener hijos sin casarse, que no tienen más recursos que seguir explotando su
biología femenina, hombres que traen en su educación la permisividad sexual, el
desfogue con otras mujeres que no son la propia y a la que les piden lo que no son
capaces de pedirle a ella, porque todo es pecado y todo es culpa y todo es
apariencia y todo es antihumano, programado y sin solución. Y ahí quedan esos
niños, cuestionados hasta para entrar en un hospicio, hijos del pecado, una
lápida de varias toneladas de la que rara vez alguien se libera, Emma Reyes lo
consiguió.
Esta
comprensión de la inevitabilidad de la vida de sus “padres”, porque todo el
mundo tiene padres, aunque no los conozca, de la vida de las monjas que quizás
también fueron niñas abandonadas en el hospicio, de algún sacerdote que también
forma parte del horror, esta aceptación, esta falta de juicio, hace que los
demonios de Emma no aniden en su alma y ella pueda desarrollar una vida de
talento y relaciones humanas satisfactorias. Como comentó una socia, es
terrible la frase que dice María con respecto a su hijo natural: “El hijoputa
este cómo se parece al padre”, porque María es una madre desnaturalizada, un
corazón encanallado por el miedo a ser descubierta, algo horrible, consecuencia
de unas vivencias y un modus vivendi.

Alguna
socia comentó que se notaba la influencia de la cultura española en la sociedad
Colombiana, como es lógico, más aún con esa base religiosa católica de la que
también son partícipes países como Italia, Francia y Portugal, pero no es menos
castrante la sociedad que se deriva de la religión musulmana y qué decir del
protestantismos y derivados como el puritanismo, en fin, otra interesante vía
de discusión. Alguna compañera comentó que en Francia también existían ese tipo
de conventos en los que se realizaban trabajos muy elaborados, de gran calidad y
por supuesto realizados por monjitas y hospicianas sin derechos laborales ni
sociales.
Como
todo lo que ocurre en la infancia marca la existencia de la persona, podemos
apreciar de manera optimista cómo las horas de bordados de flores en las
casullas, los ajuares y mantos se convirtieron en hermosos cuadros florales de
vivos colores. Además, como se aprende por imitación o por reacción, como
enseñaba en sus cursos para padres nuestra antigua socia y querida Mavi López,
Emma desarrolló una empatía social que la llevó a acoger a los intelectuales
latinoamericanos en Francia y además, dejó en herencia sus propiedades a
hospicios de Colombia, un aprendizaje por reacción que es un ejemplo.
Para la
tertulia del próximo 19 de noviembre, analizaremos la obra de “La Flor Púrpura”
de Chimamanda Ngozi Adichie, una obra que también promete crearnos grandes
conflictos emocionales.