Este mes nos hemos vuelto a reunir
en el Marbella Club con la misión de conversar sobre la última obra del
desaparecido Rafael Chibres. El libro elegido nos dio para una buena tertulia
en la que confluyeron diferentes opiniones y que nos hizo reflexionar sobre el
ser humano y los acontecimientos vividos en España desde los años cuarenta del
pasado siglo hasta la primera quincena del siglo veintiuno.
Esta vez hubo diferencias en
cuanto a las emociones que producía el libro, por su crudeza y su visión de
tubo pesimista, alarmista y existencialista. De manera que alguna socia confesó
no haber pasado buen rato con él y otras en cambio que a pesar de que la obra
era profundamente pesimista, merecía la pena por su estructura, su prosa y por
el reflejo de lo que ocurrió en una parte de la sociedad española y que como hemos
visto, tras la “crisis del ladrillo”, nos ha afectado a todos.
Se discutió si el libro tenía
trama o si era una descripción de la visión parcial de una sociedad. Hubo
socias que reconocieron que habían detectado como trama la vida patética del
protagonista Esteban, una biografía de niño con un padre poco afectivo que deja
sus estudios para trabajar en el negocio familiar, al que deja una novia y ya
no se repone y que pone todo el dinero de la familia en un pelotazo
inmobiliario precisamente cuando estalla la “burbuja inmobiliaria”, un ser que
tiene siempre una justificación para su vida cobarde y una culpa ajena para su
vida anodina y desgraciada.
También hubo socias entusiastas
de los pensamientos y frases que el autor pone en boca de sus personajes,
frases propias de un filósofo reflexivo pleno de capacidad de observación y con
un aroma cínico.
Algunas socias no lo acabaron
de leer, en su mayor parte porque les había resultado duro y el mes lo está
siendo también en materia de noticias internacionales.
Se habló sobre la estructura
complicada del libro, donde hay distintos narradores que cuentan en primera
persona y que Chibres maneja con tal maestría que no se pierde y consigue que
no nos perdamos. Otro tema que también nos llamó la atención era el vocabulario
y frases burdas que el autor utiliza al hablar del sexo, sobre todo con las
prostitutas, y se apuntó que ese lenguaje era propio de esos hombres que habían
sido protagonistas de una época donde primaban las obras, las grúas y las
hormigoneras.
También los emigrantes tienen
su sitio en la novela, las mujeres que se dedican al servicio doméstico y los
hombres que fueron los primeros en perder su trabajo tras el descalabre de la
construcción. Más de una socia hizo hincapié en la situación de la asistenta de
Esteban, una colombiana que ejerció la prostitución para poder traer a su
familia y que acaba siendo una esposa maltratada y encima acosada por el viejo
verde de su jefe.
En fin, que pasamos una buena
tarde con una interesante tertulia donde las diferentes opiniones y las distintas aportaciones de las socias
contribuyeron a profundizar en esta última obra de Rafael Chibres.
Ana
E.Venegas
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