Con este espectacular testimonio-película llenamos de nuevo el salón de nuestra generosa socia, Eloisa Sánchez Amillategui. Gracias Eloisa.
“El cine, por naturaleza, tiene la capacidad de emocionarnos y hasta de modificarnos. Es entretenimiento, pero también reflexión” (Pablo Trapero, director de cine argentino, ganador del León de Plata en el último festival de Venecia)
Y así fué. Hablamos y debatimos desde el respeto, temas tan delicados como la Teología de la Liberación, la violencia institucional,La Iglesia de los Pobres, el pecado social, las dictaduras en América Latina , la política exterior de EEUU y un largo etc
La presentación y el debate fueron espléndidamente conducidos por nuestra socia Cristina Malena. He aquí su presentación :
Romero
Romero,
quien fue declarado mártir de la Iglesia
Católica en febrero de 2015 y beatificado unos pocos meses después, no era solo
el líder espiritual de El Salvador sino también al momento de su muerte un
fuerte crítico del gobierno autoritario de turno, gran defensor de los derechos
humanos, destacado por su apoyo y reivindicación de los más desfavorecidos. Considerado “moderado y confiable” por la
élite gobernante al ser elegido arzobispo, la película nos muestra su viaje
espiritual y su conversión paulatina en
medio del terrible conflicto salvadoreño. Romero no es una narración del
conflicto en El Salvador, aunque describe bien una situación compleja (lo hace
con honestidad y de una manera por momentos poderosa) sino que se diría que es
el relato de cómo Romero aprende una nueva Cristiandad o cómo usar su antigua
Cristiandad en una situación diabólica.
En
ese recorrido monseñor Romero es
acompañado por campesinos, militantes laicos y sacerdotes muy compenetrados con
el nuevo espíritu de la Iglesia, que contribuirán a que él emprenda un nuevo
camino.
La película nos llevó a recordar el contexto
político de América Latina y los cambios que se estaban produciendo en la Iglesia
Católica en esos momentos.
A
finales de los años 60 y a mediados de los 70 la mayor parte América Latina estaba
dominada por regímenes militares dictatoriales, en muchos casos apoyados
explícita o implícitamente por los Estados
Unidos. Las represiones y las violaciones de los derechos humanos eran
una constante.
El
Salvador no escapaba a esta situación. Los regímenes ultraconservadores y
autoritarios se sucedieron a partir de los años 30, con violentas represiones a
los campesinos y persecuciones ideológicas a distintos sectores sociales.
También
en los años 60 se producen cambios importantes en la Iglesia Católica. Hay pronunciamientos
destacados, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, como la constitución pastoral Gaudium
et spes (1965) sobre
la Iglesia en el mundo contemporáneo y su énfasis en el hambre y la miseria en
el mundo , y la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI,
promulgada en 1967 con especial énfasis en la cuestión social y su dimensión
mundial. En ella el Papa denuncia el desequilibrio entre países ricos y pobres y
afirma el derecho de todos los pueblos al bienestar.
Con
este nuevo espíritu de la Iglesia se desarrolla en Medellín la primera
Conferencia Episcopal Latinoamericana (1968) que discute y publica documentos
sobre la presencia de la iglesia en la transformación que se iba produciendo en
la región a la luz del Vaticano II. Reunión esencial en la que se reivindican las comunidades
eclesiales de base, la misión de la iglesia desde la pobreza y su compromiso
total con los pobres y marginados.
La
Conferencia de Medellín y sus antecedentes darían fuerte impulso al desarrollo
de la Teología de la Liberación, la cual teologiza a
partir de la opción preferencial
por los pobres y usa para
pensar la realidad social e histórica de los pobres, no solamente la mediación
de la filosofía, como siempre utilizó la teología, sino también las ciencias
humanas y sociales. La Conferencia Episcopal Latinoamericana de Puebla en 1979 recoge expresamente esta
opción preferencial por los pobres.
Monseñor Romero, hasta ser elegido arzobispo, vivió, como él mismo lo dice en la película,
en un mundo de libros alejado de las turbulencias de la calle. A diferencia de su amigo el jesuita Rutilio
Grande y otros muchos en la Iglesia, Romero favorecía un rol social limitado
para la Iglesia, con el foco en lo espiritual más que en lo político. El
asesinato del padre Grande por fuerzas paramilitares será un punto de inflexión
para Romero, quien llegará a proclamar que la misión de la Iglesia es
identificarse con los pobres y la de unirse con ellos en su lucha contra la
injusticia.
Romero y muchos de esos curas latinoamericanos que
lucharon por algo diferente nos anticipaban aquello de lo que nos habla el papa
Francisco: Una iglesia pobre para los pobres . Como bien expresó una de
nuestras socias el camino que recorrieron es lo que nos ha permitido tener hoy
un papa latinoamericano que reivindica
muchos de esos ideales.
Y sigue aún presente en nuestras mentes el ruego de monseñor Romero frente a las atrocidades y terribles violaciones de los derechos
humanos que se estaban produciendo, ruego que iba dirigido a los hombres del
ejército: “En nombre de Dios, en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos
suben hasta el cielo cada día más tumultuoso, les suplico, les ruego, les
ordeno, que cese la represión”.
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