Whale Rider
(Jinete de Ballena)
El
pasado lunes 15 tuvimos una nueva sesión de cine. En esta oportunidad nos
fuimos a Nueva Zelanda, con Whale Rider (Jinete de Ballena),
película de 2002 escrita y dirigida por Niki Caro, basada en la novela del
escritor maorí Witi Ihimaera, ganadora de los premios del público en los
festivales de Toronto y de Montreal. Su maravillosa protagonista, la niña Keisha
Castle-Hughes fue nominada al premio Oscar como mejor actriz protagonista.
Al
igual que en otras películas sobre los maoríes y por maoríes (por ejemplo en la
rompedora y comprometida Somos
guerreros, de Lee Tamahori) en Whale Rider se muestra la preocupación por la identidad y
tradiciones del pueblo maorí, pero Niki
Caro, que no es maorí, se diferencia de otros cineastas en que lo hace en clave
de relato emotivo y espiritual, enraizado en una lógica mítica y mística que
quiere rescatar.
Whale Rider es la historia de una niña que lucha por
cumplir con su destino.
La película
nos lleva a la leyenda de Paikea, el ancestro que había llegado
desde Hawaiki a Whangara, un pueblo en la costa noreste de la isla Norte de
Nueva Zelanda a lomos de una ballena,
luego de haber naufragado su canoa en medio del mar. Según esa leyenda alguien algún
día debía cabalgar la ballena nuevamente y tan valientemente como su antepasado, para guiar a su pueblo.
Ese metafórico jinete de ballena, el jefe de la comunidad, deberá ser siempre el primer hijo varón del jefe de
la comunidad y será educado y formado para convertirse en el nuevo jefe.
Pero la realidad no se da como lo
piden la leyenda y la tradición. En la
película Koro es el descendiente masculino directo de Paikea, es el más viejo de su generación, una especie
de líder político y espiritual. Koro
tiene un hijo mayor (Porourangi) que no
está interesado en cumplir con el rol que se le asigna, sino que por el
contrario quiere irse a Europa y continuar con su pasión por el arte. Su esposa
da a luz a mellizos, un niño y una niña, pero la madre y el niño mueren en el
parto, quedando solamente la niña, a la que el padre llama Paikea o Pai. Allí surge el conflicto:
la tradición no permite que una niña sea la jefa de la comunidad.
Esa niña, Pai, se cría con sus
abuelos. El abuelo Koro (orgulloso, tozudo, rígido) que la ama es un ser profundamente
amargado y aferrado a las tradiciones, que para mantenerlas busca en otros
niños al posible líder, tratando de enseñarles los rituales de la comunidad.
La niña desea unirse a los varones
con firmeza y determinación, en una búsqueda por la igualdad y al mismo tiempo
entendiendo el apego de su abuelo a los valores patriarcales, pero sin
renunciar ella a su íntima convicción de que puede ser la nueva líder de la
comunidad. Para ello debe luchar para
encontrar su sitio en un mundo en que la tradición entra en contacto con la
modernidad.
Whale Rider es una película
universal que puede conectar con
cualquier cultura, cercana o lejana, que nos hace e hizo reflexionar sobre lo
antiguo versus lo nuevo, los niños que desafían las tradiciones de los padres,
el hijo que no cumple con las expectativas del padre, sobre una cultura en
transición y la confusión que sale de ello, sobre el empoderamiento femenino y
el liderazgo. Sobre todos estos aspectos hablamos a l finalizar la proyección,
como así también sobre el mundo en el que vive esta comunidad, su pobreza, no solo espiritual o cultural,
sino también económica, sobre el legado del colonialismo sobre las culturas
indígenas. Y muy especialmente sobre la
presencia y la fuerza del amor y la
compasión en todos o casi todos los personajes.
A modo de conclusión podríamos decir que el cambio es a veces un componente
necesario para que las antiguas tradiciones culturales subsistan, tan necesario como los son las
ceremonias que se repiten una y otra vez.
Y que los maoríes deben cabalgar esa ballena tan valientemente como su
ancestro lo hizo desde Hawaiiki a Nueva Zelanda. No para destruir o denigrar su
propia cultura, sino para asegurar, reforzar su vitalidad y continuidad en la
matriz cultural del mundo moderno.
Una película que gustó mucho a todas
las asistentes, socias y amigas, a quienes una vez más agradecemos el apoyo
constante a nuestro cine fórum. Y por supuesto gracias mil a nuestra generosa anfitriona
Eloísa Sánchez-Amillategui.
Redactado por Cristina Malena
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario