Ayer fue un día grande en
Marbella, ayer hicimos hijo adoptivo a un ser supremo que nos había ofrecido el
regalo de su vecindad por más de veinte años. Ayer no cabíamos, no cabíamos de
emoción y tampoco de aforo y es que fueron multitud de habitantes, residentes y
visitantes los que nos dimos cita en el Teatro Ciudad de Marbella para celebrar
lo que no era más que un trámite, porque como se demostró con gran emoción los
Marbellíes consideramos al Premio Nóbel uno de los nuestros y eso nos da para
sentir mucho orgullo, es como si de alguna manera se nos pudiera contagiar
parte de su genio por cercanía, en fin, como dice Agustín Casado “Si se pega el
Ébola, yo por si acaso no me lavo esta mano que tendí al maestro y él aceptó” .
El teatro estaba repleto
hasta la bandera de ciudadanos ávidos de genialidad y provenientes de todas las
individualidades que confluyen en nuestra peculiar y bellísima ciudad,
aristócratas, artistas, autoridades, amantes de las letras, compatriotas
peruanos de su otra nacionalidad y una pléyade de seguidores que han disfrutado
de sus obras desde que eran adolescentes. Todos admirados ante la conciencia de
tener ante nosotros a un gigante de las letras, un ídolo escribidor al que
supersticiosamente acercarse por ver si somos alumbrados por un destello de su
creatividad. Fue especialmente entrañable la presencia de Fernando Iwasaki y su
hija la actriz Paula Iwasaki, que desde el patio de butacas miraba entusiasmado
con esos ojitos de mixto nipón y que luego compartieron el cóctel con nosotros
entre bromas, forman una familia muy ingeniosa y “disfrutona”, signo inequívoco
de sabiduría.
Al escenario subieron las
autoridades, el Secretario del Ayuntamiento para dar fe del acto, La Alcaldesa
Dña. Ángeles Muñoz y Dña. Carmen Díaz, ocupando una mesa oficial en el lado
derecho, en el centro se encontraba un atril vestido con los estandartes de la
ciudad y a la izquierda, dos cómodos asientos en los que erguidos y elegantes
se sentó el matrimonio Vargas Llosa.
Abrió la sesión el secretario y dio paso a un pequeño introito de nuestra alcaldesa que cedió el testigo del peso del acto a la Concejal de Cultura. Carmen Díaz hizo un discurso magnífico, de una gran trayectoria, recorriendo los hitos bibliográficos y personales del autor con especial hincapié a su relación con Marbella , con una prosa de gran emoción que los asistentes interrumpieron en numerosas ocasiones y que consiguió emocionarnos. Demostró un conocimiento muy profundo de la obra del maestro de manera que se permitió la broma exquisita de asegurar “que manadas de mansos hipopótamos recorrían a estas horas las calles de Marbella en honor a él”, en recuerdo de la obra de teatro “Kathie y el Hipopótamo” poco conocida por el gran público. También puso de manifisto que como uno de los nuestros, sus éxitos nos emocionan, lo que ocurrió con su nombramiento de Premio Nóbel.
Como compañera y socia
de AMUM, la Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella, Carmen Díaz nos
elevó ayer al Olimpo de la excelencia y nos hizo sentir muy orgullosas de
nuestra corporación y de todas sus socias, y es que estábamos casi todas allí,
presididas por Garbiñe Larrazábal y escoltadas por Doña Blanca Molet, todas
sintiendo la buena imagen que se hacía extensa a nosotras y qué afortunadas
éramos de contar con ella.
Acto seguido Don Mario recibió de manos de la alcaldesa un cuadro en el que figuraba el escudo y el nombramiento como Hijo Predilecto de Marbella que recibió ante el aplauso de todos los asistentes. Tomó la palabra para hablarnos de la otra Marbella, de la que no habla el papel cuché, pero que es testigo de innumerables creaciones, desde el arropo que la montaña de la Concha procura a sus habitantes, la vehemencia de un Mediterráneo amable las más de las veces, el anclaje a la historia que nos permiten las calles y plazas del Casco Antiguo y las numerosas actividades culturales que el Premio Nóbel disfruta en sus estancias, desde cineclubs, teatros, jornadas literarias, presentaciones y el diálogo constante y productivo con marbelleros de los que confesó haber aprendido mucho, sobre todo a cuidar su cuerpo y prepararlo para nuevas batallas.
Un momento emotivo fue el del videomontaje en el que sus amigos de la ciudad hablaban sobre él y curiosamente, dentro de su grandeza como literato, la mayor parte de las elocuciones coincidían en que es una gran persona, sencillo, decidido a aprender de los demás y con una curiosidad por el mundo que lo va a mantener joven por mucho tiempo. A mí especialmente me emocionó la intervención de la escritora Marbellí Ana María Mata y es que Ana es una mujer de ideas muy claras y cuenta con las herramientas intelectuales para hacerlas florecer.
Finalmente tenemos que agradecerle a Don Mario que se Bajara del escenario y a riesgo de su integridad física se hiciera fotos y saludara a cuantos nos acercamos a él. Yo no te lo dije, no te quería agobiar más, menudo lío, pero leí “La Ciudad y los Perros” con quince años, creo que en ese momento pasé de ser una amante de la lectura a una ávida de ella, no quería ni quiero perderme ni un solo mundo de los que escribes, yo estuve con Trujillo, con Pantaleón, con Gauguin… y gracias a ti descubrí que también hay otros autores, porque tú lees, lees mucho y bien… No quise atosigarte y pedir tu saludo, pero estuve junto a ti, mirándote con admiración y creo que el blusón de seda que llevaba puesto no lo voy a lavar hasta que Agustín Casado no se lave su mano, yo también tengo la esperanza de que tu talento se contagie.
Ana E.Venegas
Fotos de Miguel Rodríguez, Miguelón
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