Eloísa Sánchez Amillatégui presentando la película |
Película francesa del año 2009, dirigida por Radu Mihaileanu, rumano, y
protagonizada por Aleksei Guskov,
polaco y Melanie Laurent, francesa.
Es una coproducción franco-rumana-italo-belga-rusa
En 1980, en
tiempos de la Unión Soviética de Breznev, Andreï Filipov (Alexeï Guskov) era un
prodigioso director de orquesta, conductor de la célebre Orquesta del Bolshoi
de Moscú. Despedido en el auge de su fama por proteger a músicos judíos, hoy, a
la edad de 50 años, continúa trabajando en el Bolshoi… pero haciendo la
limpieza…
Los primeros minutos de esta película hacen temer una
de esas inocentadas que, de tan ingenuas, es imposible tomarse en serio. La
empresa en la que decide embarcarse el protagonista es tan absurda y tan poco
probable que sólo el encantamiento del espectador puede llevar el trámite a
buen puerto. Y hay que decir que, por más que uno no pueda tomárselo todo en
serio, lo logra. Precisamente porque la película no se toma tan en serio a sí
misma, y ese es su principal mérito.
Por su humor absurdo, su emotivo final y el encanto de
sus personajes, El Concierto tiene todos los ingredientes para ser la
"feel-good-movie" que es.
Del director Radu Mihaileanu (Bucarest, 1958), rumano
emigrado a Francia, se vio hace unos años Ser
digno de ser (2005), un interesante drama acerca de la travesía vital de un
refugiado etíope que era adoptado por una familia sefardí en Israel.
En esta
película pueden rastrearse algunos de los temas que más parecen interesarle al
director: el de la emigración y el del judaísmo, como reafirmación de identidad
y como condición de perseguido, algo que ya era tema de una de sus primeras y
más premiadas películas, El tren
de la vida (1998).
Con todo esto es muy fácil adivinar la identificación
personal de Mihaileanu, que es hijo de un periodista judío y comunista, y que
debió exiliarse en Francia siendo estudiante, durante el régimen de Ceausescu.
En su retrato de la Unión Soviética hay una gran
nostalgia punzante como la que transmitía la estupenda “Good bye Lenin!” (2003). Eso se nota en
particular en el cariño con que describe a viejos comunistas aún convencidos,
como el falso gerente de la orquesta que hace Valeri Barinov, y también en el
ridículo aunque inocente entusiasmo de una minúscula reunión de camaradas.
Claro que El concierto no pretende ser un film político, sino apenas una
comedia dramática (bastante alocada, hay que decirlo) que apela a ciertos
apuntes sobre el pasado para explicar parte de las motivaciones del
protagonista.
Premios
2009: Prix du
Public Mel Oppenheim en el Cinemania Film Festival de Montréal
2009: Premios Cesar: Mejor BSO y
Mejor Sonido. 4 nominaciones
2010: Premios del Cine Europeo:
Nominada a Mejor guión
2009: Premios David di Donatello:
Mejor film de la Unión Europea
2010: Premios Gaudí: Nominada a Mejor
película europea
Después
de verla y a la pregunta “ ¿Os ha embaucado esta mezcla de comicidad con
tragedia, picaresca e historia, absurdo y sentimentalismo?” se inició un
animado diálogo en el que se resaltó el papel de la música en las relaciones
humanas.
Hubo
muchas que opinaron que la película era poco creíble.
Se
habló mucho del modo de ser y el carácter tan pasional de los rusos
Una
virtud de la cinta es que en pocos minutos quedamos enganchados con los personajes
y tenemos ansiedad por saber qué les va a suceder.
El papel de Melanie en la violinista, de una gran
demanda técnica al tocar el concierto para violín de Tchaikovsky. Aprendió a
tocar el violín sólo semanas antes para hacer los movimientos acompasados con
la música. Es en el Teatro del Châtelet, de Paris
Las
escenas más resaltables son:
La de la cena en la que el director, de mediana edad,
hace confesiones intimas y la reacción de ella comienza por admirarlo, luego se
solidariza y acaba alarmándose. A uno le parece que ha sido testigo de una
conversación íntima y algo incómoda, embarazosa.
La intervención de la troupe de gitanos, su modelo es
más el de la comedia social británica que tuvo un momento de éxito en los '90.
La boda mafiosa y su humor absurdo donde el director
exhibe su mejor pulso narrativo.
Los momentos alocados en lo que parece que todo se va
a descontrolar y, sin embargo, toma su camino
Todos los personajes rusos, son rusos auténticos,
incluso una de las escenas es filmada en la plaza Roja
Todos nos quedamos con la sincera declaración de
Andrei que “La música es donde el individuo y el grupo trabajan juntos para
buscar armonía y felicidad” , que cruza las fronteras en el tiempo y en el
espacio
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