Resumen de la
primera sesión de la tertulia literaria del año 2015 día 19 de enero
2015.
Todas las que nos reunimos en el MC para comentar esta
novela en la que Edmund Waal cuenta la historia de su familia, teníamos más
cosas que contarnos que netsukes contenía la colección que sirve de hilo
conductor al relato ¡por eso muchas fueron aunque no se habían leído el libro!El hecho de que el autor sea ceramista y no escritor
se convirtió en un arma de doble filo: Por un lado se criticó la falta de una
buena trama y por otro se alabó la sensibilidad de creador “táctil” presente en
sus descripciones.La mayoría de las que lograron superar la bajada de
interés de la que adolece una parte de
la narración, estuvo de acuerdo en calificarlo como una simbiosis entre ensayo,
relato de viajes y novela interesante y culta.
Se hace en el libro un
detallado relato de la vida familiar,
que comienza y termina en Japón. Entre medias, y con citas literarias varias
que incluyen a Proust o a Wilde, el paseo por la Europa de los siglos XIX y XX es detallado y riquísimo
en descripciones de todos los movimientos artísticos que eclosionaban por
doquier.
El tío Charles Ephrussi, que
comienza la colección, nos hace conocer de lleno lo que el Japonismo supuso en
el arte europeo a final del siglo XIX ejerciendo de intérprete europeo de lo
japonés, como un sincretismo cultural.
La parte de la familia que vive en Viena recibe la colección como
regalo de bodas y, del arrinconamiento de la colección en el vestidor de Emmy
en palacio, pasan los netsuke a ser juguetes de los niños. Esto sirve para mostrar
la inocente sensibilidad infantil hacia esos maravillosos objetos en miniatura.
Ignace von Ephrussi, “Iggi”
el tío que elige Japón para vivir su
artística forma de ser y donde se ve libre para vivir su amor por Jiro es
velado, a su muerte, en un templo budista y en él se recita el Kaddish, resultó
por unanimidad el personaje que más gustó de
la saga familiar.
Resumen de la
primera sesión de la tertulia literaria del año 2015 día 19 de enero
2015.
Todas las que nos reunimos en el MC para comentar esta novela en la que Edmund Waal cuenta la historia de su familia, teníamos más cosas que contarnos que netsukes contenía la colección que sirve de hilo conductor al relato ¡por eso muchas fueron aunque no se habían leído el libro!El hecho de que el autor sea ceramista y no escritor se convirtió en un arma de doble filo: Por un lado se criticó la falta de una buena trama y por otro se alabó la sensibilidad de creador “táctil” presente en sus descripciones.La mayoría de las que lograron superar la bajada de interés de la que adolece una parte de la narración, estuvo de acuerdo en calificarlo como una simbiosis entre ensayo, relato de viajes y novela interesante y culta.
Se hace en el libro un detallado relato de la vida familiar, que comienza y termina en Japón. Entre medias, y con citas literarias varias que incluyen a Proust o a Wilde, el paseo por la Europa de los siglos XIX y XX es detallado y riquísimo en descripciones de todos los movimientos artísticos que eclosionaban por doquier.El tío Charles Ephrussi, que comienza la colección, nos hace conocer de lleno lo que el Japonismo supuso en el arte europeo a final del siglo XIX ejerciendo de intérprete europeo de lo japonés, como un sincretismo cultural.
La parte de la familia que vive en Viena recibe la colección como regalo de bodas y, del arrinconamiento de la colección en el vestidor de Emmy en palacio, pasan los netsuke a ser juguetes de los niños. Esto sirve para mostrar la inocente sensibilidad infantil hacia esos maravillosos objetos en miniatura.
Ignace von Ephrussi, “Iggi” el tío que elige Japón para vivir su artística forma de ser y donde se ve libre para vivir su amor por Jiro es velado, a su muerte, en un templo budista y en él se recita el Kaddish, resultó por unanimidad el personaje que más gustó de la saga familiar.
Redactado por Eloisa Sánchez -Amillategui
No hay comentarios:
Publicar un comentario