“Hay que traer de vuelta a las ciudades la naturaleza que expulsamos durante la revolución industrial”
Creativa, innovadora, amante de la naturaleza, defensora del medio ambiente, detallista y perfeccionista. Así se define a sí misma Rosa Ceño, paisajista de Ginkgo Landscape. Sus jardines sostenibles están en armonía con su entorno y anhelan reflejar la belleza existente en la naturaleza, en un homenaje a los cinco sentidos. Diseña jardines a medida que reflejan la identidad del cliente desde una perspectiva global e interdisciplinar. “Los equipos que formamos en cada proyecto son la clave del éxito, pues cada miembro aporta lo mejor de sus conocimientos para crear proyectos coherentes”.
Gracias a sus orígenes multiculturales (España, Haití y Líbano), se comunica con sus clientes en español, inglés, francés, alemán, italiano y criollo. Ha visitado jardines en más de cuarenta países y su formación como lingüista se ha visto completada por numerosos cursos especializados, desde Diseño y Mantenimiento de Jardines Sostenibles (EJP Castillo de Batres) a un micromáster en Ciudades Verdes. Naturación y Agricultura Urbana. Actualmente, cursa un máster en Jardines Históricos y Servicios Ecosistémicos de la Infraestructura Verde en la UPM. Además, es miembro de la AEP (Asociación Española de Paisajistas), AMJA (Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza), Amprem (Asociación de Mujeres Profesionales y Empresarias de Marbella) y AMUM (Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella).
¿Cuándo decidiste dedicarte al mundo de los jardines?
En 2013, tras diez años al frente de mi empresa Art in Translation, consultora de traducción especializada en catálogos de arte, decidí que mi amor por las plantas era mayor que el que sentía por la ‘palabra’, sin renunciar, ni a ambas, ni al arte.
Como cuando eso sucedió, vivía en Haití, un país desolado por la deforestación, y en el que el clima tropical se ha transformado en un clima semidesértico por la tala indiscriminada de sus bosques. Tuve que recurrir a la xerojardinería para poder realizar mis proyectos de paisajismo: partiendo del respeto al entorno, el ahorro de recursos, el almacenamiento del agua de la lluvia en depósitos destinados posteriormente al riego, y el uso de plantas autóctonas y áridos locales en lugar de césped, logramos crear paraísos sostenibles en primera línea de playa como Le Jardin du Gomier, que gira en torno a un árbol xerófito autóctono de la isla, el Bursera Simaruba, y contiene una gran variedad de bromelias, agaves, aloes, bouganvilleas y allamandas.
¿Cuál es tu background como paisajista? ¿Cuáles son los principales trabajos que podrías destacar?
Cuando empecé a trabajar como paisajista vivía en el Caribe. Diseñé principalmente jardines en embajadas: Nunciatura Apostólica, EEUU, Canadá, Suiza, Países Bajos… Me gustaría destacar los jardines conceptuales realizados, tanto para la sede de la Embajada de Canadá en Puerto Príncipe, en los que los colores de la bandera canadiense y su vínculo histórico con Haití fueron el centro de 12 espacios verdes, como para la Nunciatura Apostólica, en los que envolvimos las esculturas de sus jardines en composiciones sostenibles con contrastes cromáticos únicos.
También proyecté una plaza pública en Haití, Tapis Rouge, financiada por la Cruz Roja de EEUU: un lugar de encuentro para una comunidad desolada por el terremoto de 2010, que incluye obras de arte de artistas locales. La creación de un Jardín Botánico para el sector privado, The World Garden, inspirado en un claustro medieval romano que incluye más de 1000 plantas de 130 especies vegetales de los cinco continentes, fue todo un reto, ya que, aunque el clima era el mismo, variamos la composición de la tierra y la frecuencia de riego, y convertimos la luz en nuestra aliada para formar un conjunto equilibrado y fértil, a menos de 1000m del mar, en un clima semidesértico y salino.
Cuando dejé el Caribe viví dos años en Madrid y, tras ganar un concurso de paisajismo del estudio internacional de arquitectura L35, diseñé Mar Interior, en Palma de Mallorca: empleamos plantas autóctonas o naturalizadas, y logramos crear un oasis sostenible inspirado en los principios de la xerojardinería.
Cuando vine a vivir a Marbella hace dos años, presenté una síntesis de mi trabajo en Marbella Design 2019: El Jardín del Edén, un espacio verde único conceptual, con esculturas de Eduardo Chillida Belzunce, en colaboración con la Galería Blanca Soto Arte. Se trata de un jardín simbólico, con proporciones áureas y espiral de Fibonacci, en el que un espacio mediterráneo-tropical aporta soluciones sostenibles al cambio climático, además de contar una historia sobre el libre albedrío.
¿Y el último?
Los Colores del Litoral, un Jardín Botánico privado en la Costa del Sol, en el que, desde el punto de vista artístico, nueve cuadros de artistas internacionales (Mondrian, Hopper, Van Gogh, Magritte, Gauguin, Monet, Turner, Picasso y Degas), con combinaciones cromáticas dispares, se reflejan en nueve jardines distintos: el color del follaje, de los frutos y las flores ha conformado nuestra paleta de colores y nos ha permitido hacernos eco de unos cuadros que hicieron historia, además de encontrar un vínculo de unión entre disciplinas afines: Arte y Jardines. Desde el punto de vista técnico, hemos creado 5000m2 de jardines cromáticos sostenibles expuestos a fuertes vientos salinos, en primera línea de playa; 5.500 plantas de más de 100 especies botánicas autóctonas y alóctonas, discurren en paralelo a la Senda Litoral y adornan las zonas comunes de una urbanización privada. Modificamos la composición del suelo, pues era demasiado arcilloso para la planta mediterránea, construimos terrazas para suavizar los taludes y evitar costosos movimientos de tierra, usamos piedras y gravas de proveedores locales, encontramos espacios de plantación sin alterar las raíces de las plantas existentes, sembramos Lippia nodiflora en vez de césped, dimos forma y delimitamos nueve islas, donde antes sólo había una parcela rectangular, con los colores de diferentes gramíneas como Muhlenbergia capillaris (rosa), Festuca amethystina (azul), Pennisetum ‘Red Buttons’ (rojo) y Stipa Tenuissima (amarillo). La iluminación se diseñó incluyendo puntos de luz de bajo consumo en lugares estratégicos. Realizamos un sinfín de labores que no hubieran sido posibles sin el trabajo comprometido y brillante del equipo de jardineros.
¿Qué entiendes por paisajismo y cuál es tu filosofía de trabajo? ¿En qué pilares te apoyas?
Entiendo el paisajismo como una disciplina artística en la que la creatividad, los conocimientos técnicos y la comprensión derivada de la observación de la naturaleza se unen para crear espacios únicos sostenibles que perduran en el tiempo, y ayudan a mejorar el medio ambiente.
La sostenibilidad es el pilar de la ejecución de mis jardines, porque es el único camino que nos va a permitir crear espacios verdes para las generaciones futuras. Ante la escasez de recursos naturales, debemos potenciar el uso de materias primas del entorno, reducir los transportes innecesarios, medir la huella de carbono que generamos, potenciar el uso de plantas que ayuden a absorber las partículas contaminantes y produzcan oxígeno, y gestionar la gestión de los residuos que generamos de manera eficaz. El cambio climático requiere medidas como la creación de zonas de sombreo en sitios calurosos, y una gestión inteligente del recurso más preciado y escaso: el agua.
Creo en los diálogos y en los equipos multidisciplinares: urbanistas, arquitectos, paisajistas, artistas… todos pueden colaborar para lograr espacios urbanos, que además de estar al servicio de los ciudadanos, contribuyan a reducir los niveles de CO2. La naturación urbana es ya obligatoria en algunos países; existen ciudades, como las que pertenecen al C40 (www.c40.org), comprometidas en combatir el cambio climático con jardines sostenibles. Madrid, en su Ordenanza para la Gestión y Uso Eficiente del Agua de la Ciudad de Madrid, en sus artículos 18 y 19, especifica que en el diseño, remodelación y ejecución de nuevas zonas verdes privadas, se utilizarán especies autóctonas o alóctonas adaptadas al entorno y a las condiciones ambientales de Madrid en un mínimo del 80 % de su superficie. ¿Por qué, en España, sólo Madrid y Barcelona pertenecen a esta organización?
Los espacios verdes crean bienestar y felicidad en los ciudadanos, evocan en la memoria colectiva tiempos pasados, en los que el hombre vivía rodeado de naturaleza. Existen numerosos estudios sobre los logros del uso terapéutico de los jardines (terapias paliativas, mejoras ante enfermedades de diversa índole…). Tenemos un clima estupendo que nos permitiría crear jardines sostenibles en todo el territorio español, con la ventaja de que nuestro clima benigno permite un rápido desarrollo de las plantas.
¿Cuáles son tus referentes?
A nivel internacional, el estudio del color, las formas y la naturaleza del arquitecto y paisajista Roberto Burle Marx y, en España, el análisis del entorno, la luz y la geometría del maestro Fernando Caruncho. En palabras de Burle Marx: El arte del paisajismo es muy complejo, pues requiere conocer las otras artes, además de la voluntad de aprender de la naturaleza. El jardín debería ser una obra de arte, como una pintura, una escultura, una alfombra o una sinfonía.
¿Cómo defines tus diseños?
Auténticos, únicos, equilibrados y armoniosos con el entorno. Me gusta que sorprendan. Intento vincular mis diseños a obras de arte, a historias relacionadas con el emplazamiento de los jardines, que puedan reflejar la vida de su propietario o de la comunidad que lo va a disfrutar. Creo que los jardines pueden hablar, contar historias, reflejar sueños.
Una vez definido el concepto y absorbido el espíritu del lugar, el Genius Loci, realizo un estudio de la luz, elijo las formas geométricas que lo van a contener y los materiales que le darán vida, con el fin de plasmar lo que previamente he visualizado e intuido. Desde un punto de vista práctico, cada planta elegida es meticulosamente seleccionada, no sólo por motivos estéticos, sino tras estudiar su grado de idoneidad para el proyecto en concreto. Durante el replanteo siempre acabo modificando mis diseños, con el fin de ser fiel al proceso creativo que se desencadena cuando veo con mis ojos todos los materiales reunidos en el terreno; estamos ante algo vivo, y es imprescindible tener la libertad para traspasar los límites del papel, con el fin de crear la mejor obra posible. Empleo áridos para el acolchado, como la grava volcánica o las piedras de río, no solo con fines estéticos, sino con fines prácticos: así reducimos las malas hierbas y evitamos una rápida evaporación del agua de riego. Me gusta dibujar formas orgánicas mediante contrastes de áridos y la ayuda de perfiles metálicos, como las que evocan el curso de un río, los caminos de un bosque y otras formas de relieve. Prefiero las curvas que encontramos en deltas, cordilleras, valles y archipiélagos, a las líneas rectas, aunque, a veces, opto por composiciones simétricas.
En la creación de un proyecto paisajístico, ¿qué criterios artísticos o técnicos sueles tener más en cuenta?
La combinación de belleza y sostenibilidad. Una vez que hemos estudiado el entorno y definimos el concepto del jardín, cobran protagonismo el color y las plantas.
El estudio cromático es el comienzo de una historia de armonías y contrastes: combinaciones de colores análogos, complementarios, tríadas… y todas las variantes que aportan el tinte, el tono y los matices. Los colores acromáticos nos ayudan a equilibrar las composiciones.
Por otro lado, las plantas son las herramientas clave del jardín con sus formas arquitectónicas, sus texturas, sus fragancias, sus densidades… Son las protagonistas indiscutibles porque, al final, son los personajes que representarán una compleja obra que perdurará en el tiempo.
Las claves de una correcta evolución del jardín son el estudio y posterior mejora de la composición del suelo, un riego automático bien planificado, una fertilización correcta y un equipo de mantenimiento profesional que incluya podas adecuadas y a tiempo.
¿Cómo te posicionas como paisajista ante el cambio climático?
Entiendo que tenemos una herramienta valiosa en nuestras manos para combatirlo, las plantas: absorben el CO2, producen oxígeno, mitigan la isla de calor de las ciudades, reducen la contaminación atmosférica y acústica, crean biodiversidad, reducen el efecto invernadero, aumentan la temperatura de los edificios en invierno y la reducen en verano, con el consiguiente descenso del gasto energético, y mejoran la salud mental de la población, ente otros beneficios.
Deberíamos fomentar la naturación urbana a través de la xerojardinería, jardines verticales, cubiertas vegetales y huertos urbanos: hay que traer de vuelta a las ciudades la naturaleza que expulsamos durante la revolución industrial. Desde el punto de vista técnico, debemos emplear técnicas de plantación, riego y fertilización adecuadas, para no contaminar más el medio ambiente; gestionar adecuadamente los residuos generados potenciando el reciclaje; mejorar la recolección del agua de lluvia, su posterior almacenaje y uso en los jardines; crear zonas de sombreo que reduzcan las necesidades hídricas del jardín; diseñar sistemas de iluminación con sensores y luces LED para controlar el gasto energético, además de usar materiales reciclados o locales en los elementos decorativos.
Utilizo plantas sostenibles, de bajo mantenimiento, que necesiten poco riego y se adapten al clima del jardín, porque sean autóctonas o se hayan aclimatado a la zona (alóctonas). Podemos proteger el medio ambiente con nuestros propios recursos verdes: seguir los dictados de la naturaleza, sin enfrentarnos nunca a ella. Sólo podemos dominar a la naturaleza si la obedecemos (Francis Bacon).
¿En qué medida la situación que hemos vivido con la pandemia nos ha reconectado con la naturaleza?
El hombre se ha dado cuenta de lo importante que es para su bienestar estar rodeado de zonas verdes. La venta de viviendas con jardines y terrazas se ha disparado. Como bien dijo Cicerón: Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín, ya no os faltará nada. El alma está conectada con la naturaleza, el silencio de la pandemia ha hecho que busquemos paz en el entorno natural: ver crecer una planta, observar cómo las estaciones van modificando su aspecto, es una de las cosas más gratificantes que existen. Los jardines mejoran nuestra calidad de vida.
¿Qué especies ornamentales sueles utilizar con más asiduidad en tus jardines?
Plantas sostenibles con colores en su follaje, además de en sus flores. Las flores son efímeras, algunas plantas pueden estar en flor hasta diez meses, como las Westringias, pero otras apenas duran días. Es entonces cuando el follaje cobra protagonismo. Por ejemplo, existen plantas sostenibles con tonos rojizos como los de la Dodonaea viscosa ‘Purpurea’, el Phormium tenax ‘Atropurpurea’ o el Callistemon ‘Red Rocket’, o con tonos plateados como el Cerastium tomentosum, el Convolvulus cneorum o las diferentes variedades de los aromáticos Helichrysum.
El color blanco es uno de mis preferidos por su elegancia, sobriedad y porque es el que mejor se ve por la noche. Uno de mis proyectos en Madrid, La Noche Blanca, incluye 15 plantas que florecen en blanco como las trepadoras Rosa banksiae, Jasminum polyanthum o Solanum jasminoides; o aromáticas como Myrtus communis, Ozothamnus rosmarinifolius, Diosma, Chamelaucium uncinatum o Lavandula stoechas ‘Bella s.’.
¿Ya ha visto realizado su jardín ideal? ¿Cómo sería?
Actualmente, mi jardín ideal es aquel que logre perdurar en el tiempo. Un jardín es infinito: aunque lo termines siguen pasando cosas. Gilles Clément nos habla de ello en El Jardín en Movimiento. La naturaleza sigue su curso una vez que el hombre ha terminado su plantación, y nos toca adaptarnos a estos cambios naturales.
Intento crear jardines que evolucionen día a día, a medida que se van incorporando nuevas plantas, ya sea por obra de la naturaleza, o porque como la botánica es una de mis pasiones, y siempre hay una planta por descubrir, caigo en la tentación de añadir elementos nuevos en mis visitas de mantenimiento. No logro desvincularme nunca de mis jardines.
La historia, otra de mis pasiones, nos muestra magníficos ejemplos de jardines ya inventados de los que podemos aprender, aunque algunos ya hayan desaparecido: desde los Jardines colgantes de Babilonia hasta los jardines contemporáneos del Festival Internacional de Jardines de Chaumont-sur-Loire, pasando por el Hortus Conclusus medieval.
¿Dónde crees que debería estar la frontera entre paisajista, arquitecto e ingeniero?
Quizás, por mis orígenes multiculturales, no creo en las fronteras, sino en la colaboración interdisciplinar, en la suma de talentos. El encuadre lo marca el individuo en relación con sus conocimientos adquiridos. Normalmente, los paisajistas son los que tienen más conocimientos botánicos, pero no siempre es así. Tampoco es extraño encontrar ingenieros agrónomos con amplia experiencia en diversas especies vegetales. En proyectos internacionales, cada clima exige un tipo de planta que puede ser desconocida para el paisajista extranjero, por lo que necesitará colaboradores locales: cada equipo es único, y de su interacción nacen sinergias muy valiosas que debemos fomentar.
¿El paisajismo cómo crees que se concibe en nuestro país? ¿Crees que lo hace a pequeña o a gran escala?
España tiene varias ventajas: es un rico crisol de culturas, el clima es favorable, las plantas Mediterráneas tienen una gran belleza y versatilidad, y la creatividad siempre ha sido una seña de identidad del pueblo español.
Hay proyectos estupendos a pequeña y gran escala, como el de la capital, Parque Madrid-Río; las estrategias implantadas en Palma de Mallorca para reducir la huella ambiental que genera la ciudad; o los casos de ciudades verdes como Salamanca, con su plan Savia Red Verde; o Huesca, Ciudad entre Jardines, destacada por ser la población con más zonas verdes por habitante de España.
Espero que los viveros profesionales nos ayuden a encontrar plantas autóctonas, ellos son una pieza clave en los jardines sostenibles. Si vas a tu vivero local, y encuentras las plantas que sabes que son adecuadas para tu jardín sostenible, el proyecto evolucionará adecuadamente. Si no la encuentras, hay dos opciones: o traes la planta de fuera, con el consecuente aumento de la huella de carbono, o compras planta inadecuada. A veces, el factor ‘tiempo’ juega en nuestra contra, por los limitados plazos de ejecución y entrega.
¿En qué medida consideras que hay intrusismo en el sector?
El arquitecto y artista Burle Marx ha pasado a la historia como el creador del paisajismo moderno. Para mí, el intrusismo no es tanto un factor académico, sino que está relacionado con la capacidad de proyectar o no un buen jardín. Llenar espacios verdes con plantas, simplemente con el objetivo de rellenar el metro cuadrado con cualquier tipo de especie vegetal disponible y flores de temporada, obviando factores como la sostenibilidad y otros mencionados en esta entrevista, es un error; independientemente de que el que lo proyecte sea un técnico del ayuntamiento, un arquitecto, un paisajista, un agrónomo o un particular.
El camino es largo, pero tenemos las herramientas para el éxito: estoy convencida de que la aplicación de los principios de naturación urbana, el diseño de jardines sostenibles, la aplicación de las buenas prácticas internacionales en el sector, y el trabajo creativo y técnico de distintos equipos interdisciplinares lograrán que España sea, en pocos años, un referente en la creación de espacios verdes que mejoren nuestro medio ambiente y reduzcan las emisiones de CO2.
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