martes, 26 de junio de 2018

Tertulia literaria de junio -Verde Agua de Marisa Madieri








Comentario de la tertulia basada en el libro de la escritora Marisa Madieri “Verde agua”
Día 25 de junio
Marisa Madieri

Hoy nos enfrentamos a una novela maravillosa, en la que nos parecería que hay dos narraciones dentro del mismo libro. Una es la novela en si y la otra narración es poco conocida o habitual. Es el Posfacio. Es común los prólogos previos a la narración, normalmente escritos por literatos, profesores, periodistas, pero éste Posfacio está narrado por su marido, el hombre que más la conoció y que tanto amó. Hay un refrán que dice” Detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”. En este caso podríamos escribir lo contrario “Detrás de cada gran mujer, hay un gran hombre”.
Claudio Magris - marido Marisa Madieri

Este Posfacio comienza con un pensamiento de Nietzsche “Somos profundos, volvamos a ser claros”. Estas palabras describen a la perfección a Madieri, a su poesía, a su narrativa clara, sencilla, a la que todos podemos acceder y comprender.
El agua es un gran elemento de la escritura de Madieri y le sugirió paisajes esenciales en su vida de plenitud, abandono, soledad, misterio. Los horizontes adriáticos de Verde agua y otros escenarios que vemos en otros cuentos de Marisa.
En “La caracola” su último cuento, una pequeña obra maestra al que no se le podría quitar ni agregar una coma, nos habla del agua, que sin que ella se de cuenta se está refiriendo a su escritura, claridad que hace resaltar las cosas en su verdad, restos de naufragios.
Su marido hace un retrato con total magnitud en donde se demuestra la gran empatía que hubo entre ellos. Fue más allá de la relación matrimonial. El hombre ideal para poder estar al lado de esa mujer, de esa escritora y es en esta narración que se puede seguir disfrutando y aprendiendo sobre esa maravillosa mujer.
“Verde agua”
Verde agua es en primer lugar el testimonio de un drama histórico, de una experiencia colectiva, de una vivencia personal.
Su hilo conductor, es el resurgir del éxodo Istriano, tema que a casi todas las socias nos tomó desconociéndolo. Todas conocíamos otras tragedias, como los campos de exterminio de Polonia, Alemania, Balcanes, Armenia, pero ese tema que nos habla del final de la segunda guerra mundial, la Yugoeslavia de Tito, tras su extraordinaria resistencia partisana, no solo recuperó tierras étnicamente eslavas incorporadas anteriormente a Italia, sino que ocupó e hizo suyas tierras en las que vivían italianos como Istría y Fiume, actualmente Rijelca en Croacia. En los años siguientes los eslavos surfrieron la opresión y la violencia fascista y la negación de los derechos por parte de muchos italianos que se consideraban nacionalistas. 

Allí aparecería el eterno conflicto de dos mundos, el Este y el Oeste. Entre el comunismo y lo occidental.
Alrededor de 300.000 italianos abandonaron en los primeros años de la posguerra, marcados por el miedo y la persecución, Istria, Fiume y otras localidades dálmatas, perdiéndolo todo o viviendo durante muchos años, como la escritora Marisa Madieri y su familia la vida precaria del exiliado en campos de refugiados como el Silos triestino, descrito en el libro.

La falta de pertenencia marcó a toda esa gente que era mirada con sospecha y los empujaban al aislamiento. Hoy 2018 y ya años anteriores, podemos comprender mucho más toda esa ealidad al estar viviendo el mundo un proceso parecido.
En la tertulia se habló del tema de los emigrantes actuales, huyendo de Siria, de dictaduras, de hambrunas que los obligan a arriesgar su vida en busca de un destino mejor para sus familias. Ese es el mejor ejemplo para poder comprender la narración de Madieri.
Una de las socias mencionó el que sería el mayor problema de un emigrante, perder su idioma. De los sentidos, es preferible perder la vista, pero perder la palabra, la única comunicación entre los seres humanos, debe ser trágico.
A pesar de todo ese sufrimiento en “Verde agua” Madieri nos hace notar el amor por esa múltiple identidad de frontera, por ese crisol. Trieste, Italia, con su impronta austríaca, con la minoría eslovena, presente desde hace siglos. La comunidad judía y las otras, Istria, véneta, en las ciudades de la costa. También croata y húngara en el interior. Una frontera puede ser un puente para encontrar al otro o una barrera para rechazarlo.
La narrativa de “Verde agua” Por momentos provoca fascinación, Es un deleite para la sensibilidad, Palabras prolijamente buscadas, Los recuerdos se tornan seductores. Uno se queda maravillado ante tanta armonía, el adjetivo perfecto.  Es una narrativa poética y por momentos dolorosa,
La descripción del Silos lastima, duelen las carencias, el flagelo del frío o el insoportable calor, La falta de aire, el desamparo. La palabra justa es desolación. Pero aun así hay un elemento en Marisa que es el optimismo, la delicadeza, la alegría, que no la pierde nunca.
“La vida, pues afuera, era grande, bella, dolorosa y sagrada y yo un día la alcanzaría”
Hay en ella una puntillosa fidelidad a lo real. Hay poética, hay estilo. Lo sensual reside en lo no dicho, como la punta del iceberg que menciona Hemingway.
Como Kafka, Madieri trabajó en una entidad pública y se nota en su escritura, toque inconfundible de silencio, sabia sencillez en una hoja, saber escribir lo justo, recortar.
También se destaca en su escritura el manejo que realiza con sus personajes. En la levedad de la existencia.
Ella percibe a la mujer adulta que vuelve a pensar y a elaborar ese pasado, la de su presente y de su futuro que se anuncia con signos inquietantes: la de su plenitud y de su melancolía, la de su amor, la de la existencia compartida, la del encanto y del desencanto de vivir. Acá se nota que el gran protagonista de “Verde agua “es el tiempo.
Es una historia, con pequeñas historias de acontecimientos picarescos, cómicos y dramáticos de absorta meditación y alegría festiva, de abandono, a la plenitud del ser. Es un libro contra el olvido, para rescatar el sufrimiento, para dar testimonio de gratitud.
En éste clásico contemporáneo, dijo en una entrevista, algo que la retrata. “Necesito tantas cosas para llenar pocas páginas”. En otra entrevista dijo” Nosotros somos tiempo condensado, que la narración derrite y reconcentra”
El éxodo intriano se vuelve en la experiencia de una universal precariedad del destino y de un éxodo más grande, aquel exilio de toda Tierra Prometida que es la condición de vivir, porque Éxodo, enseña la Biblia quiere decir pérdida, pero también salvación: abandonar y volver a plantar las propias raíces, muerte y renacimiento. No es casual que la Metamorfosis sea otro de los grandes temas de Madieri.
Nos preguntamos ¿Es un libro feminista? Podría decirse que sí. El personaje de las dos abuelas, su madre, y la propia Marisa. Mujeres fuertes, con la aceptación épica de un destino ejemplar y al mismo tiempo el calmado desafío de la presencia del amor correspondido, de la existencia felizmente compartida. Un universo regido por genealogías femeninas.
La agudísima percepción de la caducidad y de la muerte que tiene la autora no contradice, sino potencia ese indestructible presente de las cosas.
En Madieri vemos una puntillosa fidelidad a lo real, dentro del estilo y la poesía que está presente en todo instante junto a la sencillez de un fluir que hace hablar sobre todo a las pausas.  Se observa la amable impenetrabilidad ante la violencia y la bajeza, desapego embebido de pasión y de amor por la humanidad.
Vemos pocos trazos que nos hablen de la pasión por los hijos.
En esta obra están los valores que la autora afirmaba conscientemente. La mirada de Marisa no se asusta ante el mal, el ultraje, el horror, aunque hay algunos párrafos de brutalidad (como episodios de violación por parte de su tío a su mujer y a sus hijas) y en otra parte de la narración lastima la devastadora destrucción física de su madre, encarnación misma del significado más alto de la existencia.
Madieri percibe a la existencia como continuidad con cálido abandono y con caridad cristiana.
Era consciente de que la vida es un buen combate y de que, como dice el Evangelio, hay momentos en los que es preciso vender la capa y comprar una espada. Quizá su historia nada fácil, que cuenta en “Verde agua” le había enseñado a saber usar, con renuencia, pero con decisión esa espada y ni siquiera al cáncer le resultó fácil vencerla.
Ella sabía decir que, una vez que se ha mirado a la cara el lado oscuro de las cosas, se puede amar felizmente su carrusel desordenado y placentero, su comicidad, el estrafalario y amable teatro del mundo.


Resumen de Minina Yasenza

No hay comentarios:

Publicar un comentario