Graham Greene se puede considerar en nuestro tiempo como uno de los grandes de la
Historia de la Literatura, de la redacción acertada, el profundo conocimiento
del ser humano y de los procesos más oscuros de las actividades secretas de
diversos estados durante la Guerra Fría. Por este motivo la Asociación de
Mujeres Universitarias de Marbella, AMUM, ha profundizado en una de sus obras,
“El Factor Humano”, que ha sido objeto de lectura, reflexión y tertulia del mes
de julio.
En
primer lugar, el hecho de acometer el estudio de una novela de espionaje,
catalogada como tal, ha traído varias consecuencias en las socias. Algunas han
reconocido la pereza con la que empezaron a leerla, precisamente por el tema
trasnochado y poco habitual de nuestras tertulias, donde apreciamos más la
belleza de los pensamientos y la redacción, sin despreciar una buena
trama. En este caso, se han visto sorprendidas por una obra de madurez de
Greene, un trabajo que aúna su pasión por el tema de los agentes secretos y el
tempo, belleza y profundidad de un literato consagrado.
Por otra
parte, las socias a las que el estereotipo de género literario les había
pronosticado una lectura ligera, veraniega, llena de sorpresas, giros, escenas
de acción, quedaron defraudadas porque “El Factor Humano” no es en absoluto una
lectura rápida, de hecho, más que hablar de Guerra Fría, de espionaje, de
Estados, de lo macro, lo que trata es de lo micro, del hombre, del ser humano,
muy humano y de las emociones que mueven al individuo por encima de los valores
generales.
También, siguiendo con la
reflexión de la perversión del estado en la obra, se convierte en mentiroso,
los rusos no tienen ninguna intención de sacar la familia de Castle de Gran
Bretaña y sí de exhibir al que se ha cambiado de bando como un trofeo. Y
finalmente, el estado se presenta como extorsionador, atendiendo al “me cobro
los favores prestados” chantaje emocional que convierte a un hombre honorable
en un traidor que hasta su madre denunciaría.
¿Todo vale
porque lo que prevalece es el interés general de las distintas patrias?, todo
no parece estar justificado, el problema quizás esté en quién decide y por qué
las acciones que le convienen a los países. De hecho, una de nuestras socias
comentó uno de los conflictos que justifican la obra, el Apartheid en Sudáfrica
porque lo vivió de primera mano, en ese estado los dirigentes defendían la
separación y la exclusión de sus propios conciudadanos por motivo de raza, los
conflictos dieron como resultado numerosos muertos entre ellos, miles de
niños. Hablando del Apartheid, otra compañera trajo a la palestra la
cuestión de la paternidad de Castle y de cómo las personas que no han estado en
contacto con comunidades que se pueden mezclar racialmente no entienden de
“tintes”, sin embargo, “cuánto de negro” tiene una persona debió ser una
conversación propia de esa sociedad racista del Apartheid, esperemos que
superada.
La obra
precisamente resiste el tiempo porque su meollo no es el espionaje, sino el ser
humano, como se comentó, “la vida cambia que es una barbaridad”, y los
conflictos de la Guerra Fría, el Apartheid y el peligro comunista, se ha
diluido de manera que nuestros jóvenes no se sienten en absoluto afectados por
ello, son sesenta años en los que la humanidad ha pasado del peligro rojo al
peligro del terrorismo islámico y a la apisonadora comercial asiática. Los
espías de ahora son informáticos y árabes infiltrados, ingenieros que conocen
secretos industriales e incluso sociólogos que le toman la temperatura a grupos
radicales a pie de nuestra propia calle.
El
protagonista, convinimos que era un ser apático, contradictorio, que no quiere
perpetuarse porque no se considera bueno, que no se siente abatido por el
asesinato de su mejor amigo sobre el que tiene parte de responsabilidad, alguna
socia incluso dijo que le había parecido psicopático y otra (la que ha hecho
los cursos en el Escorial) que para ser buen espía se requiere cierta falta de
sentimientos o una capacidad poco humana para controlarlos. Como todos los
personajes, tiene una relación patológica con el alcohol, recordemos en que
hubo un tiempo en que todas las series, novelas y películas tenían estos
productos como de consumo común, en eso también han cambiado las cosas. En
realidad, Castle es muy particular porque se parece mucho a todos nosotros,
pocos son en realidad los que se mueven por la patria, por lo menos en nuestra
sociedad, son nuestros sentimientos los que nos motivan, y el protagonista todo
lo hace por su familia que no está contaminada por intereses poderosos, como
haríamos la mayoría.
Por
último y a manera de chanza, de la misma manera que creo, la escribió Green, se
habló sobre la lamentable comida anglosajona y la capacidad del
británico de elevar “lo suyo” a cotas de excelencia aunque solo sea por la
promoción que saben darle. La escena en la que el autor describe las salchichas
que toma durante el almuerzo es propia de la definición de una gran reserva, o
de un pata negra, en este caso conviene muy negra, con cinco jotas como mínimo.
Para el
próximo trimestre hemos elegido tres libros, como siempre por propuestas y
votación, en Agosto analizaremos “A Propósito de las Mujeres” de Natalia
Gizburg, en Septiembre “La Piel del cielo” de Elena Poniatowska y en Octubre
“Juan Van Halen, El Oficial Aventurero” de Pío Baroja.
Magnífico resumen.Gracias , Ana.
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