jueves, 23 de agosto de 2018

Tertulia de agosto: “El Orden Del Día” de Eric Vuillard. Análisis AMUM



Resultado de imagen de el orden del día aush     El flamante Premio Goncourt 2017 ha sido la lectura elegida para la tertulia de Agosto de la Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella, celebrada como es tradición en el Marbella Club. En esta ocasión hemos tenido unanimidad en la opinión de que es una obra magnífica por su planteamiento, la exquisitez de su prosa y los interesantes puntos de vista históricos, filosóficos, políticos y sociales que subsisten.

    “El Orden del Día” es la narración histórica con ciertos diálogos y momentos novelados, “un réçit” que dirían los franceses. Cuenta los momentos previos y coetáneos a la anexión austríaca por el III Reich. Y como en una obra de teatro, el autor nos presenta varias escenas en las que se pone de manifiesto la responsabilidad compartida en el Anschluss por acción u omisión tanto de los estados internacionales, como de las élites empresariales o el pueblo austríaco seducido por el sueño de un atajo hacia la gloria patriótica y el bienestar económico. Esta exposición nos hace temer por su paralelismo con otros movimientos actuales, pues tenemos clases sociales en penuria, la falta de cintura de la ONU y la UE y los poderes económicos que se alían con el poder a fin de no perder el ritmo de sus ganancias, sin escrúpulos, sin conciencia, y en muchos casos, siendo los mismos que reunió Hitler y con cuyo dinero se financió la Expansión: Bayer, Afga, Opel, IG Farben, Siemens, Allianz, Telefunken, Thyssen-Krupp… Echamos de menos a Hugo Boss en el grupo, aunque puede que no acudiera a esa reunión cuyo orden del día fue conseguir la financiación para que empezara la locura.

   Todas las socias coincidimos en que es una obra sublime por la belleza del lenguaje, no debiera sorprendernos, ya que los premios Goncourt siempre homenajean a la lengua francesa como la joya que es, por su sonoridad, su flexibilidad y las posibilidades de expresión. Las que lo pudieron leer en francés atestiguan el uso maestro del idioma, los adjetivos precisos, los subjuntivos, los pluscuamperfectos que nos dan matices que en otras lenguas no se conocen, los giros poéticos y eruditos, una auténtica delicia que en español no desmerece ya que nuestra lengua también es capaz de esa gama de colores.

    Los temas que discutimos inspirados por la redacción  fueron numerosos, entre ellos, la actitud de brazos cruzados de las potencias extranjeras que no vieron el peligro del rearme, la expansión y el contenido ideológico de los mensajes nazis, en gran parte porque tenían el centro del pánico situado en el Comunismo, muy destructivo y responsable de no menos muertes que el movimiento iniciado por Hitler, pero que sí atacaba las bases del poder económico, lo que hizo reaccionar a un buen número de empresarios, presidentes de grupos empresariales que no sufrieron su responsabilidad ni fueron juzgados en Nuremberg al no ser personas sino entidades y que “aún están presentes en nuestros hogares, son nuestras baterías, nuestros ascensores, nuestros electrodomésticos…”.

Resultado de imagen de premio goncourt    Comentamos que la actitud del narrador es de presencia caustica, con comentarios mordaces y la presentación de escenas que fundamentan su postulado de que hoy y ayer, el poder económico tiene la clave de los movimientos del mundo. Alguna socia comentó haber oído que durante la crisis “Habríamos necesitado una guerra”, destruir para construir y crear negocio. Por esta razón es posible que estemos envueltos en un inevitable conflicto movido por los hilos de los que azuzan la candela de los conflictos nacionalistas, migratorios, religiosos y que pueden envolvernos en llamas a poco que salte una chispa. Algo nos tranquiliza, y es que tras la II Guerra Mundial, el hombre de a pie empieza a sentirse alejado de los sentimientos patrióticos, de las banderas, a comprenderse manipulados por los poderes y a leer entre líneas, de ahí los altercados por la Guerra del Vietnam o la de Irak.

    La actitud del pueblo austríaco ante la anexión tuvo también su protagonismo con los comentarios sobre la grotesca bienvenida de cientos de personas que agitaban sus cruces gamadas ante un ejército que se demoró por un atasco de tanques que eran más una chatarra que una verdadera fuerza bélica. Pero, todo no fue parabienes, muchos austriacos se exiliaron, otros resistieron mudos por el miedo y un buen número se suicidó incapaz de vivir la barbarie que vaticinaban. Porque este tipo de conflictos, más que prosperidad, está demostrado que acaba con una generación de jóvenes y trae la amargura y el miedo de la generación anterior y posterior.

    El tratamiento ideológico de “El Orden del Día” es de lo más interesante y es otro de los factores que hacen de esta obra un libro fuera de serie, es que aunque muchos nos han contado los hechos puros y duros del III Reich, pocos han profundizado en los fundamentos de su ideología, la excusa filosófica y antropológica que permite tener derecho a la expansión por el concepto de espacio vital o a creerse superhombres y desposeer de humanidad a discapacitados, homosexuales, judíos, gitanos… para poder usarlos como esclavos y posteriormente proceder al exterminio del otro, así como fundamentar la militarización en la disciplina y austeridad como principios. De esta manera se percibe a Nietzsche, Hegel, Schopenhauer, Chamberlain y otros.

    Eric Vuillard es un escritor cultísimo y muy versado en la materia del III Reich, sus continuas citas nos han movido a la investigación y hemos descubierto, por ejemplo, que Napoleón II hijo de Napoleón y María Luísa, no reinó nunca por más que recibiera el título de Rey de Roma al nacer. Precisamente eso es lo que recolectaron los austriacos de las promesas de Hitler, aire, viento y títulos sin reinados, una prueba del sarcasmo erudito del escritor. Bajo estas líneas puedes ver en vídeo la presentación de “El Orden del Día” en la Fundación Mapfre y disfrutar del entusiasmo, la pasión y el conocimiento del autor.

    Y como esta tertulia ha reflejado, todo lo que se pueda contar sobre el libro lo sobrepasa en extensión, pero no en densidad, ni en calidad, ni en belleza, ni en interés a la narración de Vuillard. Porque es sublime y ni en mil quinientas páginas de algunos tochos que creemos empiezan a dejar de estar de moda, gracias a la evidencia de su prescindibilidad y a muestras tan obvias como este Premio Goncourt, podríamos dar tanto, decir tantas historias y anécdotas, presentar a tantos personajes, amar la música, relacionar el Pensamiento, dialogar sobre el Poder, la Propaganda, la Política, denunciar, ridiculizar, presentar lo grotesco y lo terrible y dejarnos el regusto del relato corto, lleno de huecos que rellenar con nuestra investigación y relación de conocimientos, y de esta manera, entrar en pánico, porque los mismos, las mismas fuerzas, siguen portando las máscaras, tienen el atrezo preparado para dirigir el Gran Teatro del Mundo.


   
   

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