UNA JORNADA PARTICULAR
El pasado 26 de octubre
tuvimos una nueva y muy interesante sesión de cine fórum en el hotel San
Cristóbal, al que como siempre agradecemos su generosidad y apoyo.
En 1977 Ettore Scola, el gran
director italiano, reunió a dos grandes estrellas del cine de su país: Sophia
Loren y Marcello Mastroianni. El resultado: Una jornada pa
rticular, película
intimista, emotiva, sencilla e inmensa a la vez. Alguien la definió como una
certera radiografía de la soledad humana. Y bastante más, podríamos decir.
Habla de la esperanza, de la amistad, de
momentos de aire puro que pueden surgir en nuestras vidas, por dura que esta
sea, de la libertad y de los prejuicios sociales y la alienación frente al
“diferente”.
Sophia Loren encarna a
Antonietta Tiberi, una madre de familia numerosa (6 hijos), sometida por un marido fascista, y fascista
ella también, y Mastroianni es Gabriele, un disidente político, homosexual, que
está atravesando uno de los momentos más difíciles de su vida.
Es Italia, es mayo de 1938.
Hitler acaba de llegar a Roma acompañado de los más influyentes miembros de su
gobierno y es recibido por todo lo alto por el rey y por el Duce, Benito
Mussolini. Se organiza un gran desfile para homenajear al Führer. Todos los
habitantes de Roma se vuelcan a las calles, es una multitud enfervorecida ,
llena de júbilo y exaltación.
El primer encuentro |
Con material de archivo Scola
nos presenta este contexto, ese día especial que también lo será en la vida de
Antonietta y Gabriele. Todos los que habitan el edificio donde ellos viven
marchan a presenciar el desfile, incluidos el marido y los hijos de Antonietta.
Quedan ellos dos solos en ese inmenso conjunto de bloques, junto con la
portera, vigilante, mal intencionada y ultrafascista. Por un hecho casual,
fortuito, cuando el pájaro de Antonietta escapa de su jaula, Antonietta y
Gabriele se conocen y allí comienza la verdadera historia, un encuentro de un
solo día, que nos recuerda a otros títulos en los que dos personas viven una
relación corta pero muy intensa (Breve
encuentro, Los puentes de Madison County, Lost in Translation, etc.).
Cómo se encuentran, que
vínculo crean entre ellos, qué consecuencias tendrá para cada uno de los dos,
de eso se trata, y también de cómo un sistema político les puede condicionar,
maniobrar, someter y manipular.
Sophia Loren compone magistralmente
a esa Antonietta gastada, abandonada, descuidada, de andar cansino, inculta, muy lejos de su glamour, elegancia y
sensualidad habitual. Casi sin maquillaje, mal peinada, con las medias rotas,
es una mujer ingenua, admiradora y
enamorada del Duce, esclava en la casa y en el lecho. Marcello Mastroianni no
es aquí el galán bello, chispeante y mujeriego sino un ser contenido, también él abrumado por las circunstancias.
Intelectual refinado, locutor de radio, es perseguido por su posición política
y su condición sexual. Es el individuo alejado del modelo fascista: “un hombre
debe ser padre, marido, soldado”. Nada de ello es él.
Ettore Scola, el director,
fue tal vez el último de los grandes clásicos del cine italiano, el último gran
maestro de la comedia italiana, poseedor de un estilo único e inimitable,
mezcla de un realismo feroz y un humor británico. Hombre preocupado por lo
social, nos ha dado títulos espléndidos, como Nos habíamos amado tanto (Una mujer y tres hombres), El baile, Brutos,
feos y malos, La familia, entre muchos otros.
Siempre su mirada, de una u
otra forma, se centró en la historia y en Italia, en lo social a través de
personajes muy humanos y a menudo anónimos. Se ve claramente en Una jornada
particular, monumento a la sutileza, a las cosas que se entienden sin
necesidad de decirlas, a los silencios expresivos, a las miradas más elocuentes
que cualquier frase.
La portera |
Esa sutileza se muestra de
muchas maneras, como la música militar que suena a todo volumen en la radio de
la portera, esa música que obliga a silenciar una rumba, una escena preciosa en
la que Gabriele trata de enseñarle a bailar a Antonietta. Esa música militar silenciando
la rumba es una fantástica metáfora de la Italia de Mussolini. Y esa música
era, según se mencionó, la que se escuchaba cuando se marchaba en el servicio
militar en España en épocas pasadas.
Por la sutileza, por la forma
de casi susurrar al oído, es estupenda
esta película, porque aunque es un
poderoso alegato antifascista, una dura acusación contra el fascismo, Scola siendo Scola, no recurre al panfleto ni
a la agresividad o a mostrar torturas, cárceles o palizas. Simplemente retrata dos vidas achatadas,
frustradas, no por propia ineptitud sino por la marginación del sistema.
Dos vidas que el azar lleva a
que, como dijimos, Gabriele y Antonietta se conozcan y establezcan un vínculo
particular. Antonietta, al llamar a la puerta de Gabriele pidiendo ayuda para
rescatar a su pájaro, evita que él tal vez cometa un suicidio y le da espacio
para momentos lúdicos, para poder bailar, andar en patinete o usar graciosamente
un molinillo de café. A medida que la relación progresa, para Antonietta sus
verdades, sus creencias en el Duce y el régimen se van resquebrajando y siente
una genuina atracción por ese locutor “diferente”. Para Gabriele será un
momento de sincerarse, un respiro antes de marchar al confinamiento en un lugar remoto en una isla que no se
nombra (destino de los homosexuales en Italia de la época). Antonietta ya no
volverá a ver a Gabriele a través de su
ventana, pero le quedará el libro que él le regaló, “Los tres mosqueteros” que
tímidamente empieza a leer.
En un único día se ha creado
entre dos vidas un vínculo especial y sus vivencias son para ambos un
destello de libertad, que será como la
huida del pájaro que volverá
irremediablemente a la jaula, todo un símbolo de esa jornada particular que
viven Antonietta y Gabriele.
Una jornada particular, con libreto del propio
Scola y de Ruggero Maccari, posee un trabajo de puesta en escena soberbio, reforzado
por una fotografía usada de forma impecable por Scola, a través de tonos sepia,
contrapicados y especialmente en la primera parte de la película, planos secuencia. Y por sobre todo el director
se vale del imponente edificio en el cual transcurre toda la película, con sus
escaleras, innumerables ventanas (que hicieron recordar a La ventana indiscreta de Hitchcock) , puertas, mirillas y una azotea que será el marco de una de las
escenas más encantadoras y difíciles de toda la película. Un edificio que, cabe
agregar, es otro gran protagonista de la película.
Una jornada particular obtuvo, entre otros premios,
el Globo de Oro a la mejor película extranjera, el David de Donatello al mejor
director y a la mejor actriz y el César a la mejor película extranjera. Su
guión tan especial hizo que los propios Scola y Maccari (en compañía de
Gigliola Fantoni, la esposa de Scola) la
convirtieran en 1980 en una excelente obra teatral que hasta el día de hoy se
sigue representando. Sus temas, sus planteamientos siguen vigentes y nos hacen
pensar hoy más que nunca que no debemos olvidar esos momentos oscuros o
difíciles de la historia.
Resumen de Cristina Malena
Gran película y estupendo comentario.
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