Norah Borges
Aquí está la esperada segunda parte la conferencia de Valencia de nuestro profesor Dr. D. José Luis Plaza Chillón
Aquí está la esperada segunda parte la conferencia de Valencia de nuestro profesor Dr. D. José Luis Plaza Chillón
2. Lirismo y pintura: un camino al margen
Norah Borges |
Norah y José Luis Borges |
Norah había recorrido distintas ciudades
europeas (1923-1924) con ese afán de búsqueda de unas ideas directrices para
llenar con ellas su arte. Persiguió la formación de un nuevo lenguaje pictórico
o el encaminamiento hacia una pintura “más pura”.[1]
Norah, aunque sin apartarse del todo de las corrientes plásticas que proponía
el “arte nuevo”, siguió un camino muy particular, casi autodidacta. Todo este
conocimiento estético y poético de la artista argentina que venía gestándose
desde la segunda década del siglo, se recogió simbólicamente en una exposición
antológica celebrada en Buenos Aires en octubre de 1930 en la sala de
exposiciones “La Wagneriana”. Allí expuso trabajos integrados por un número de
44 obras en total, entre acuarelas, temple, dibujos a lápiz y pluma; fue en
cierto modo la consecuencia de otra exposición que había tenido lugar muy poco
tiempo antes en la misma sala realizada por Rafael Barradas que había muerto un
año antes.[2]
Norah Borges derivaría en su definición hacia una “pintura poética”,
característica en la que se basaría gran parte de su obra en estos años de
autodefinición artística, y que más recientemente hemos relacionado con el
denominado “realismo mágico”.[3]
Hacia ese “realismo mágico” fue precisamente donde cabalgaría
[1] CARMONA, Eugenio (ed.). Picasso, Miró, Dalí y los..., p. 41-51.
[1] OLIVARES, A. “Los pintores españoles de París”. La Gaceta Literaria,
1927, 6.
[1] TORRE, Guillermo de. “Adiós a Barradas (noticia sobre su vida y su
muerte)”. La Gaceta Literaria, 1929, 58.
[1] BERGES, Consuelo. “Una exposición de Norah Borges”. La Gaceta
Literaria, 1930, 95.
[1] ROH, Franz. Realismo mágico: post
su obra, y no
sería la única artista que acometería sus embates, sino que otros más fueron
seducidos por esta particular estética de gran éxito en centroeuropa, y que
tiene que ver especialmente con la tendencia predominante del “retorno al
orden” o de los “nuevos realismos” entre 1923-1925. A todo esto contribuyó la
publicación en 1925 del influyente libro de Franz Roh, Realismo mágico, traduciéndose al castellano dos
años después.[4] Esta poética
intentaría recuperar la “realidad”, realizar una vuelta a la imagen que nada
tenía que ver con el realismo academicista derivado del siglo XIX. Los pintores
iban a buscar aspectos estilísticos inéditos o renovadores, oponiéndose a una
visión fiel de las cosas en atmósferas frías y silenciosas. La publicación del
citado libro levantó alguna polémica en el panorama de la crítica artística
española de aquellos años; destacamos por su especial relevancia la que tuvo
entre Sebastián Gasch y Cassanyés, éste último se mostraría defensor a ultranza
de la “nueva objetividad” proclamada por Roh,[5]
mientras que Gasch ponía en duda la supuesta primacía de la tendencia del arte
de la nueva objetividad en la Europa del momento, apuntando a favor de la
llamada “pintura poética” como alternativa, resultado de la mezcla estilística
entre cubismo y surrealismo.[6]
Norah Borges creó un mundo poético basado en la
fantasía de muchos artistas que abundaban en ambientes, superando la realidad
más inmediata para abrirse espacio en un mundo extraterreno poblado por seres
ciertos e irreales que ya había ensayado en su etapa ultraísta: ángeles, niños
alados, animales extraños, bañistas de playas infinitas, interiores apacibles,
calles eternamente vacías... Alguno de estos temas tenían una relación muy
directa con el pintor uruguayo Barradas, que había trabajado con la argentina
en los años del ultraísmo, y que en 1927 pintaba en el famoso “Ateneillo del
Hospitalet”, junto a Dalí, García Lorca y otros artistas catalanes del grupo de
L’Amic de les Arts; así pintaban burros de cartón y
madera, payasos o muñecos inventados.[7]
Ella fue todavía más generosa otorgando a su gracioso mundo alado, la alta vida
del arte. Un arte lleno de ternura, hecho de plumas blancas ingraves, lleno de
aparente infantilismo, tímido, frágil, muy cercano en algunas obras a los
pintores más espirituales del expresionismo europeo como Paul Klee o Marc
Chagall. Norah crea un arte tenue, de escasa vibración, eliminando lo
pintoresco, con ausencias de anécdotas, escamoteando cualquier atisbo de
complejidad.
[1] ROH, Franz. Realismo mágico: post expresionismo. Problemas de la
pintura europea más reciente (Traducción de Fernando Vela). Madrid: Revista
de Occidente, 1927.
[1] CASSANYÉS, M. A. “Vers la magia”. D’Aci i D’Allá, 1934. En: BRIHUEGA,
Jaime. La Vanguardia y la República. Madrid: Cátedra, 1982, p. 197-202.
[1] GASCH, Sebastián. “Panorama de la pintura moderna europea (En torno al
libro de Franz Roh)”. La Gaceta Literaria, 1928, 27.
[1] RODRIGO, Antonina. “Federico García Lorca-Rafael Pérez Barradas. El
Ateneillo de Hospitalet”. Ínsula, 1986, 476-478, 1986; y GARCÍA-SEDAS,
Pilar. “De El maleficio de la mariposa al vuelo de un Pegaso:
Barradas-Lorca-Dalí”. En: PANYELLA, Vinyet (com.). CATÁLOGO-EXPOSICIÓN. Salvador
Dalí y Federico García Lorca. La persistencia de la memoria. Barcelona:
Viena ediciones / Generalitat de Catalunya, 2005, p, 173-187.
[1] GASCH, Sebastián. “El realismo de la pintura
nueva”. La Gaceta
El arte de Norah refleja una vida expresiva
dotada de sentidos; que por otra parte, corrobora la conexión con una tendencia
de la nueva pintura europea tras el cambio de sensibilidad de mediados de la
década de los veinte, adscribiéndose a un nuevo “ismo” o tendencia surgido en
1926 que el crítico Gach definió, primero y de acuerdo con la crítica francesa
como “pintura-poética” y más tarde como “totalismo”. Posición plástica en el
que Gasch afirmaba que se encontraban los mejores renovadores españoles y parte
de la pintura europea.[8]
Cuando el crítico catalán habla de “totalismo”, da un papel de importancia al
surrealismo, pero en lo que tiene de exaltación del lirismo, la subjetividad y
la imaginación. Se trababa de una
“vuelta al instinto”, que albergaba posiciones individuales o tendencias
organizadas, hoy bastante desconocidas como el “neorromanticismo” o la
“figuración lírica”, que defendía la correspondencia de un nuevo “arte plástico
y poético”. Por “plástico” se entendía la facultad de mantener principios de
una pintura pura que no renunciara a la sugerencia figurativa, y por “poético”,
la capacidad de actuar desde el enamoramiento de los materiales pictóricos por
sí mismos.[9]
El resultado final podría entenderse como nueva forma de primitivismo que
forzosamente llevaba a la pintura de signos y de ahí al principio de la pintura
“pura”, y que plantearon pintores españoles como Miró, Bores, Peinado, Ucelay,
Moreno Villa o Federico García Lorca a través de sus dibujos, en una cercanía a
los planteamientos europeos de la vuelta “pictórica al instinto”.[10]
Como apuntaba Benjamín Jarnés, el arte de Norah “no pretendía cegar a
multitudes, ni herir a colosos. Su obra prefiere recogerse en un refugio cálido
de los amigos fieles”. Un poeta, Francisco Luis Bernárdez, quiso fijar en dos
versos la precisa calidad de estas formas del arte de la artista argentina en
estos años: “...humanidades sencillas y mansuetas, con la docilidad del agua y
también con su hondura luminosa...”.[11]
Norah Borges se convierte en una pintora al
“margen” de la vanguardia más furibunda en estos momentos de cambio.
Las raíces
de su obra se hunden profundamente en lo que constituye el fondo de la vida, en
su sustancia conmovedora, en sus anhelos emocionantes de pureza, de belleza o
de felicidad.
[1] GASCH, Sebastián. “El realismo de la pintura nueva”. La Gaceta
Literaria, 1-I-1929.
[1] TERIADE, E. “La pintura de los jóvenes en París”. La Gaceta
Literaria, 15-XII-1927, 24. Véase del mismo autor: “París. Los nuevos
pintores”. La Gaceta Literaria, 1-V-1927, 9.
[1] CARMONA, Eugenio (ed.).CATÁLOGO-EXPOSICIÓN. Pintura fruta. La figuración
lírica española. 1926-1932. Madrid: Comunidad de Madrid, 1996.
[1] JARNÉS, Benjamín. “Los Ángeles de Norah Borges”. La Gaceta
Literaria, 1927, 7.
Por eso domina en gran parte de ella un sentido espiritual, una
búsqueda de lo eterno hacia una religiosidad cósmica. Esto nos va a permitir
descubrir en ella nuevos valores del arte pictórico, porque nada tendrá que ver
su arte con la evolución natural de la plástica; así la debemos considerar al
margen del cauce por el que el arte pictórico viene rodando desde el
“primitivismo” al “poscubismo”. Por todo esto tropezaremos con dificultades si
pretendemos ubicarla con exactitud dentro de la evolución pictórica del siglo
XX, y sobre todo si pretendemos explicarla como una “artista moderna”.[12]
Su sentido pictórico no tuvo un auténtico significado plástico, en el sentido
tradicional de la palabra, sino poético, con una exigente sensibilidad moderna
y netamente personal. A pesar de todo, la composición técnica de sus obras
tienen un inconfundible acento moderno, distribuyendo sobre la tela cada uno de
los elementos, creando nuevos mundos o rincones. Fue “primitiva” o incluso
“naif”, tal y como la definía Jarnés, “un alma del cuatrocientos que intenta
romper algunos hilos inútiles de la psiquis contemporánea”. Es cierto la
existencia de un claro acercamiento estético a los primitivos pintores
“trecentistas” y “cuatrocentistas”, aunque su proximidad sólo radique en una
total ausencia de prejuicios artísticos, que equivale a la virginidad de medios
y de visión de los italianos, en su respeto a la felicidad humana de pintar y
en la aparente inocencia de una técnica sabida de la realidad. Aunque en el
aire pueril de sus líneas y dibujos hay una potencia sintética tal que haría
fracasar a la más férrea academia.[13]
Norah Borges descubrió el arte como lo hubiera
descubierto un niño, en la necesidad imperiosa de reproducir las cosas que le
agrada, que le hacen feliz. Pero dotándolo de una espléndida madurez y de un
espíritu rico de cultura, de experiencias estéticas y preocupaciones
desinteresadas. Se ha tildado la obra que estos años desarrolla Norah de
“ingenua” e “infantil”; pero creemos en su profundidad porque no sólo supone un
compromiso justo entre sus intenciones narrativas o poéticas, sino que sus
creaciones son más bien la expresión de una forma original de pensamiento y de
una organización particular de sensibilidad que estarían llamadas a
transformarse para dar a luz la verdadera personalidad de la artista.[14]
Existe un cierto paralelismo lírico con los dibujos de Federico García Lorca;
al igual que el granadino, Norah supo situarse con su pintura en el espacio de
la modernidad española, su encuentro con el arte se produjo en la seguridad
previa de que de no haber sido por este ambiente transformador, la producción
plástica no habría tenido el sentido que entonces tuvo y que, sin duda, tiene
hoy con mayor renombre.[15]
[1] PARDO, José Luis. Estética
de lo peor. Madrid: Pasos perdidos / Barataria, 2011, p. 94-104.
[1] CORDOVA ITURBURU. “Definición de Norah Borges”. La Gaceta Literaria,
1930, 73.
[1] WILDÖCHER, Daniel. Los dibujos de los niños. Bases para una
interpretación psicológica. Barcelona: Herder, 1988, p. 8-19.
En la elección de los temas creativos y su artisticidad, Norah prefirió la
inocencia, la sencillez, la humildad, la espontaneidad, las muñecas de aserrín
con enagüitas almidonadas, los nacimientos de yeso policromado, los títeres,
los antiguos figurines de moda del “fin de siécle”, las estampas de colores
vivos en los que hay niñas con pamelas y guirnaldas de flores, los trajes de
los acróbatas y de los toreros de los cuadros de Picasso, de una gran calidad
poética que sobre todo utilizó en sus dibujos no de un modo caprichoso.
Juan Ramón Jiménez fue esencial en la vida
personal de Norah, además del vínculo profesional en sus primeros años de
ilustradora; llegó a realizar la edición de una antología de poesía para niños.
El huraño poeta onubense siempre tuvo en muy buena estima a Norah, su quehacer
artístico le acercó a la inaccesible poética “juanramoniana”. En 1939, cuando
la pintora se encontraba nuevamente en Argentina a raíz del exilio provocado
por la guerra civil, Juan Ramón realizaría una justa semblanza de la artista,
con unas elogiosas palabras que se ajustaban como un molde a la estética
“borgiana”: “...Eva mimosa y sensitiva de hoy, se ha dibujado por órbita su
paraíso natural en el que todos los seres (flores, pájaros, jarros, estrellas,
peces, frutos, escalas, panes, hasta hombres y niñas, niños y mujeres, son, por
armonía de cuerpo y alma, hermanitos de ella, de un secreto Francisco de Asís
y, además, del mejor hombre, el fuertemente delicado por instinto o cultivo,
medida suma.”[16]
Gabriela Mistral también se sintió
especialmente identificada con el arte de Norah Borges, llegándolo a comparar
con una “fábula” que podría comenzar como un auténtico “cuento de hadas”: “Era
una niña que no fue promovida a otra edad. Dibujó solamente niños, ángeles,
olas y nubes, y las demás cosas que hacía, a modo de bandejas donde acomodar
estas cosas, también eran niños, le dieron el reino de pasear la infancia, y
como era sabia de puro ser inocente no hubo relación intrusa con los demás
reinos”.[17]
La gran poetisa chilena
vio en los óleos e ilustraciones de Norah la proyección gráfica de su propia
palabra poética, pero la alabanza no se limitaba solamente a la temática, sino
que tenía en cuenta los conocimientos técnicos cuando se refiere al correcto
uso de los colores, que rehuían de la violencia cromática que había
caracterizado a muchos pintores de la vanguardia, “apropiándoselos” y convirtiéndolos
en colores de “este” mundo.
[1] GARCÍA DE CARPI, Lucía. “Federico García Lorca, dibujante y pintor.
Una ingenuidad sólo aparente”. Teatro, 1987, 30; y CARMONA, Eugenio. “Sin
tortura ni sueño... La renovación plástica española de los años 20 y García
Lorca, dibujante”. En: AA. VV. Homenaje a Federico García Lorca. Málaga:
Ayuntamiento de Málaga, 1988, p. 111-125.
[1] JIMÉNEZ, Juan Ramón. Españoles de tres mundos. Viejo mundo, nuevo
mundo, otro mundo (caricatura lírica). (1914-1940). Buenos Aires: Losada,
1958, p. 148.
[1] MISTRAL, Gabriela. “Norah Borges”. Romance, 1940, 12.
Se distanció siempre de la temida intelectualidad,
y evocó a menudo la placidez luminosa de la añorada infancia.
Norah Borges luchará en su pintura contra lo
“demoníaco y convulso” en un rechazo consciente de lo dionisiaco, huyendo hacia
lo plácido y el sentimiento inefable, ofrecerá una pintura que parte de un
mundo real y trata de circular en un mundo imprevisto. Llenará, por tanto, sus
primeros cuadros de mitos poéticos en los que abundan los objetos fragmentados
con la excitante misión de conducir al público a paisajes y lugares exóticos.
Su búsqueda será la de un “primitivismo salvaje”; se apropiará de esta manera
de la poética de los mitos evasivos en una suerte de conexión con una corriente
estética y vital que siguieron algunos artistas y escritores de finales del
siglo XIX y principios del XX, con la intención de “hacerse salvajes”
liberándose así de la civilización.[18]
La idea de muchos de estos artistas era vencer el progresivo empobrecimiento de
los valores humanos y espirituales en una búsqueda meditada de un idílico
“Edén” con el objetivo de reencontrarse a sí mismos. Evoquemos a Gauguin y el
encuentro del paraíso terrenal en Tahití, o Picasso cuando enfrenta lo “negro”
a lo helénico (lo dionisiaco y lo apolíneo) o Tristán Tzara, que se sustentó en
la Polinesia para poder afirmar las posibilidades de la poesía; también se
alejaron por un tiempo de la “corrompida vida occidental” artistas como
Kandinsky, Nolde, Pechstein, Kirchner, Klee o Barlach, curiosamente todos
formaron parte del “aprendizaje” artístico de Norah Borges.
Esta búsqueda supone para la artista una noción
estética que se define como modelo de liberación de los instintos,
distinguiendo el arte en sí por un lado, y los sueños, la inconsciencia o la
neurosis por otro; una liberación que tiene su correspondencia precisamente en
esa huída hacia lo más íntimo del ser, una especie “exilio interior” en el que
se refugiaron algunos de los artistas más sensibles de la vanguardia (Andrè
Gide, E.M. Foster, o Herni de Montherlant).[19]
Esta búsqueda de lo “primitivo”, ancestral o primigenio lo encuentra Norah en
su ciudad de nacimiento: Buenos Aires. Trabajará en las tranquilas quintas de
techos ornados con ángeles y mandolinas, de flora cuajada y arquitectónica, de
caracolas y niños pensativos, de telas estampadas, de patios en un mundo de
minuciosidad, íntimo y a veces triste.
[1]DIEGO, Estrella de. Travesías por la incertidumbre. Barcelona:
Seix Barral, 2005.
[1] WOODS, Gregory. Historia de la literatura gay. Madrid: Akal,
2001, p. 9-26.
La pintora realizaría su más feliz
excursión a todos sus mitos continentales americanos, a todas las colonias,
paseándolas a través de su espíritu crítico, que en este caso fue su propio
marido Guillermo de Torre. Sus figuras humanas, sus ángeles, sus bañistas...,
llenan los últimos problemas de su plástica, de ahí la preocupante inquietud
por la tercera dimensión. Se presentaban frescos e ingenuos, con una cierta
ignorancia. Ramón Gómez de la Serna calificó a la pintora argentina con una
sola palabra: “primitivismo”.[20]
Norah Borges poco a poco se decanta por una
pintura mural; sus lienzos aparecían como el último refugio de la escultura nacional
que iba abandonando los espacios reclamados por la arquitectura. El cuadro de
caballete jugará su última partida. El arte esencialmente naturalista morirá en
ella con el propio concepto burgués de la vida. Surge aquí el problema del
reconocimiento de la pintura mural enmarcada en la arquitectura, la auténtica
mandataria de nuestro tiempo, cuyo valor fue afirmado por la artista,
apreciando el verdadero alcance que tuvo la arquitectura del “movimiento
moderno” y sus propuesta racionalistas.[21]
Norah se implicó finalmente en los grandes proyectos culturales de la
vanguardia española llevados a cabo en la segunda república. Primero estampó su
firma en el “Manifiesto ADLAN” (Amigos de las Artes Nuevas), cuya su misión
principal tuvo la doble tarea de sensibilizar y aumentar el tono artístico del
país, promocionando especialmente a los artistas españoles.[22]
Y más adelante colaboró como figurinista y escenógrafa en el montaje de la Égloga de Plácida y Victoriano del Juan del Encina para el grupo
teatral La Barraca[23], que dirigieron Federico García
Lorca y Eduardo Ugarte, y cuya justa valoración requeriría una comunicación
aparte.[24]
[1] OLIVARES, A. “Los pintores españoles de París”. La Gaceta Literaria,
1927, 6.
[2] TORRE, Guillermo de. “Adiós a Barradas (noticia sobre su vida y su
muerte)”. La Gaceta Literaria, 1929, 58.
[3] BERGES, Consuelo. “Una exposición de Norah Borges”. La Gaceta
Literaria, 1930, 95.
[4] ROH, Franz. Realismo mágico: post expresionismo. Problemas de la
pintura europea más reciente (Traducción de Fernando Vela). Madrid: Revista
de Occidente, 1927.
[5] CASSANYÉS, M. A. “Vers la magia”. D’Aci i D’Allá, 1934. En: BRIHUEGA,
Jaime. La Vanguardia y la República. Madrid: Cátedra, 1982, p. 197-202.
[6] GASCH, Sebastián. “Panorama de la pintura moderna europea (En torno al
libro de Franz Roh)”. La Gaceta Literaria, 1928, 27.
[7] RODRIGO, Antonina. “Federico García Lorca-Rafael Pérez Barradas. El
Ateneillo de Hospitalet”. Ínsula, 1986, 476-478, 1986; y GARCÍA-SEDAS,
Pilar. “De El maleficio de la mariposa al vuelo de un Pegaso:
Barradas-Lorca-Dalí”. En: PANYELLA, Vinyet (com.). CATÁLOGO-EXPOSICIÓN. Salvador
Dalí y Federico García Lorca. La persistencia de la memoria. Barcelona:
Viena ediciones / Generalitat de Catalunya, 2005, p, 173-187.
[8] GASCH, Sebastián. “El realismo de la pintura nueva”. La Gaceta
Literaria, 1-I-1929.
[9] TERIADE, E. “La pintura de los jóvenes en París”. La Gaceta
Literaria, 15-XII-1927, 24. Véase del mismo autor: “París. Los nuevos
pintores”. La Gaceta Literaria, 1-V-1927, 9.
[10] CARMONA, Eugenio (ed.).CATÁLOGO-EXPOSICIÓN. Pintura fruta. La figuración
lírica española. 1926-1932. Madrid: Comunidad de Madrid, 1996.
[11] JARNÉS, Benjamín. “Los Ángeles de Norah Borges”. La Gaceta
Literaria, 1927, 7.
[12] PARDO, José Luis. Estética
de lo peor. Madrid: Pasos perdidos / Barataria, 2011, p. 94-104.
[13] CORDOVA ITURBURU. “Definición de Norah Borges”. La Gaceta Literaria,
1930, 73.
[14] WILDÖCHER, Daniel. Los dibujos de los niños. Bases para una
interpretación psicológica. Barcelona: Herder, 1988, p. 8-19.
[15] GARCÍA DE CARPI, Lucía. “Federico García Lorca, dibujante y pintor.
Una ingenuidad sólo aparente”. Teatro, 1987, 30; y CARMONA, Eugenio. “Sin
tortura ni sueño... La renovación plástica española de los años 20 y García
Lorca, dibujante”. En: AA. VV. Homenaje a Federico García Lorca. Málaga:
Ayuntamiento de Málaga, 1988, p. 111-125.
[16] JIMÉNEZ, Juan Ramón. Españoles de tres mundos. Viejo mundo, nuevo
mundo, otro mundo (caricatura lírica). (1914-1940). Buenos Aires: Losada,
1958, p. 148.
[17] MISTRAL, Gabriela. “Norah Borges”. Romance, 1940, 12.
[18]DIEGO, Estrella de. Travesías por la incertidumbre. Barcelona:
Seix Barral, 2005.
[19] WOODS, Gregory. Historia de la literatura gay. Madrid: Akal,
2001, p. 9-26.
[20] WESTERDAHL, Eduardo. “Norah Borges”. Gaceta de Arte, 1930, 20.
GÓMEZ de la SERNA; Ramón. Norah Borges. Buenos Aires: Losada, 1945; y
QUANCE, Roberta. “Norah Borges y Ramón Gómez de la Serna: revisiones de lo
cursi”. Revista canadiense de
estudios hispánicos, 2003, 28, 1.
[21] “Manifiestos de Gaceta de Arte (1933)”. Litoral, 1975,
49-50.
[22] BLANCO SOLER, Luis, BORGES DE TORRE, Norah, FERRANT, Ángel, MORENO
VILLA, José, PITTALUGA, Gustavo, TORRE, Guillermo de. “Manifiesto de ADLAN
(Amigos de las artes nuevas, Barcelona, Madrid, Tenerife)”. Gaceta de Arte,
1936, 37. Véase: CORREDOR-MATHEOS, José. “ADLAN us interesa. ADLAN us crida”. Cuadernos de Arquitectura, 1970, 79.
[23] “En la Universidad Internacional. Actuación de La Barraca
Universitaria”. El Cantábrico, 14-VIII-1934. En: VALBUENA MORÁN, Celia. García
Lorca y La Barraca en Santander. Santander, 1981, p. 23; y PLAZA CHILLÓN,
José Luis. “Los modernos conceptos escenográficos y la renovación de los
espacios escénicos en la Europa de las vanguardias. Una aproximación”. En: Actas
del XIV Congreso Nacional de Historia del Arte. Correspondencia e integración
de las artes. Málaga: Ministerio de Ciencia y Tecnología / Dirección
General de Investigación / Fundación Unicaja, 2004, T. II, p. 463-477.
[24] PLAZA CHILLÓN, José Luis. Clasicismo y vanguardia en La Barraca
de F. García Lorca. 1931-1937 (de pintura y teatro). Granada: Comares, 2001,
p. 218-221.
Ajedrez,revista "Alfar",xilografía 1924 |
No hay comentarios:
Publicar un comentario